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Gijón en el retrovisor

El Ayuntamiento inicia los trámites para unir las estaciones de trenes

Con el traspaso de Quini al Barcelona para cuadrar cuentas, el Sporting caminaba hacia su declive Fernández-Miranda falleció en Londres sin los honores de los que era merecedor

La antigua estación del Norte, en cuyos aledaños se quiso hacer una nueva.

El alcalde José Manuel Palacio -quien no se fiaba de nadie- sí tuvo en cuenta las recomendaciones del secretario general letrado Alfredo Villa González quien había sido la mente que diseñó el imaginativo plan que en su día presentó Luis Cueto-Felgueroso al ministro asturiano Antonio Valdés para concentrar las tres estaciones ferroviarias existentes entonces -Carreño, FEVE y RENFE- en el entorno de la plaza del Humedal, en pleno centro de Gijón, con la construcción subterránea de una estación de autobuses complementada con un gran aparcamiento -no había ninguno en la ciudad- en el subsuelo que fuese bajo la calle de Palacio Valdés hasta la plaza de Europa.

Así en noviembre de 1979, José Manuel Palacio se reunió en Madrid con el director general de Infraestructuras del Ministerio de Obras Públicas, Juan Antonio Guitart, a quien planteó la conveniencia de la unificación de las tres estaciones, sin encontrar una respuesta positiva. Pero quien entonces era presidente de RENFE, el ovetense Alejandro Rebollo Álvarez-Amandi discrepaba de aquellos planteamientos, debido a que era partidario de crear una gran estación al lado de la antigua Estación del Norte.

El alcalde ficha a un asesor personal. Mientras tanto, a los doscientos días de la toma de posesión de la Corporación Municipal, el desencanto era general al hacer un primer balance sobre su nula gestión. Las discrepancias entre los concejales iban a más, -hasta el secretario general de UCD, Domingo Caramés García-Platas criticaba la nefasta labor de los ediles de su formación- y José Manuel Palacio no encontraba horizontes para afrontar los numerosos problemas que tenía sobre la mesa de la Alcaldía. El grupo municipal del PSOE estaba formado por diferentes familias políticas de aluvión con distintos criterios, por lo que se planteó -con gran escándalo para muchos- el fichaje de un asesor personal de la Alcaldía. El elegido por José Manuel Palacio fue el ingeniero de Minas Juan Álvarez, un técnico prudente y discreto, al que ni siquiera encontraron un lugar idóneo para un despacho, por lo que colocaron su mesa en el Salón Oficial de Recepciones, al lado de la puerta corredera que da al despacho de la Alcaldía. O sea que cuando había algún acto tenía que irse y dejar allí su mesa repleta de montones de expedientes municipales, a la vista de todos.

Para llevar adelante el plan de las estaciones, RENFE calculó que el proyecto supondría una inversión de mil millones de pesetas, de los que el Ayuntamiento tendría que aportar trescientos cincuenta, además de liberar los terrenos precisos para la construcción de la nueva estación. De ahí que Juan Álvarez, talonario en mano, en lugar de iniciar los correspondientes trámites de expropiación, se dedicase a comprar industrias madereras que estaban a punto de cerrar, talleres y solares sin edificar, en el entorno de la antigua estación del Norte, dado que era la prioridad que había impuesto el presidente de RENFE para el plan de la nueva estación.

Cuatro décadas después estamos mucho peor que entonces.

Torcuato Fernández-Miranda murió en Londres. Tras sus desencuentros con Adolfo Suárez -uno de ellos fue el oponerse al artículo séptimo de la Constitución para que no fuesen creadas diecisiete autonomías- Torcuato Fernández-Miranda, quien atravesaba grandes dificultades económicas, se trasladó a vivir a Londres para crear allí una empresa de consultoría jurídica que le permitiese sobrevivir dignamente. En esas estaba cuando sufrió un grave ataque cardíaco, por lo que fue internado en la clínica Saint Mary de Paddington de la capital británica donde falleció el 19 de junio de 1980. Al día siguiente sus restos fueron trasladados en avión hasta Barajas y desde allí el féretro fue en un coche hasta el cementerio de Navacerrada donde recibieron sepultura. Siete días después se celebró un sencillo funeral en la capilla del Palacio de La Zarzuela, a la que asistió el rey Juan Carlos I y sus familiares más próximos. En representación del gobierno tan solo hizo acto de presencia el ministro de Justicia.

¡Qué lástima, para aquel ilustrado gijonés que tanto hizo por la recuperación de la democracia en España con aquel lema que sigue vigente "de la ley a la ley" para quienes ahora quieren cambiar la Constitución!

En la reunión de la Comisión Municipal Permanente, el 7 de julio, se hizo constar en acta la condolencia por el fallecimiento del hijo predilecto de Gijón, Torcuato Fernández-Miranda. El portavoz del grupo municipal del PSOE, Carlos Zapico recordó que ya se había mandado un telegrama de condolencia, pero se negó a la propuesta de Celestino de Nicolás de que el Ayuntamiento organizase un funeral en homenaje suyo, al ser una institución laica.

¡Qué ingratos somos la verdad!

Aquella reunión de la Comisión Municipal Permanente acabó de mala manera cuando el entonces presidente de la Comisión de Cultura de la Diputación Provincial de Asturias, Xuan Xosé Sánchez Vicente -quien se encontraba entre el público- en un arrebato inoportuno dijo señalando al crucifijo de la mesa presidencial de: "¿Qué fai esi paisanu ahí faciendo gimnasia co'los brazos en cruz?". Los concejales de UCD se abalanzaron violentamente contra él y argumentó que "el crucifijo le molestaba como ciudadano de Gijón".

El Sporting traspasó a Quini. Dos meses antes de que el Sporting celebrase sus setenta y cinco años de existencia colocando una corona de flores en la tumba de su primer presidente Anselmo López, Manuel Vega-Arango aceptó la propuesta del Barcelona para traspasar a Enrique Castro "Quini" por ochenta millones de pesetas justificando que a los treinta y un años del jugador era una buena oportunidad. Aquel Sporting que lograba subcampeonatos de Liga y de Copa, lo que le permitió participar por tercer año consecutivo en los torneos europeos, entonces vivía los momentos más gloriosos de su historia. Con aquel traspaso de Quini se iba a iniciar su declive deportivo y económico al vender a sus mejores jugadores para tratar de cuadrar sus cuentas. El clarividente presidente Ángel Viejo Feliú, creador de la Escuela de Fútbol de Mareo, tenía muy claro que nuestro futuro estaba en la cantera, pero eso se sigue sin tener nada claro. Y así nos va, por supuesto.

Poblet mató al "Chabolu" antes de tiempo. Fernando Poblet era un ingenioso escribidor que siempre escupía hacia arriba y así le fue. Como muestra un borrón: Luis Germán Rubiera Piñera, que así se llamaba el popular chigreru de Deva "El Chabolu" -pedir algo que no fuese sidra era una provocación que le hacían brotar de su boca todo tipo de improperios-, así que cuando Fernando Poblet publicó una necrológica antes de que feneciese, le llamó para pedirle disculpas y "El Chabolu", contentísimo, le dijo que no pensaba que hubiese tanta gente que le quisiera porque las coronas de flores ya llegaban hasta el puente de Deva.

Merced al apoyo de Silverio Cañada, Fernando Poblet Vega-Arango editó su iconoclasta "Guía Indiscreta de Gijón" que fue presentada en la Delegación de Cultura de Gijón en la calle de la Trinidad, gracias al liberalismo de su responsable Julián Bárcena. El todo Gijón se dio cita allí y yo acudí gentilmente acompañado cogida de mi brazo de una de las excelsas protagonistas del libro, Rita de Diego: "Madame Riti", la reina de la noche gijonesa desde su trono en el "Arlequín". Lo cortés, no quita lo valiente.

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