"Los niños y niñas desarrollan un sentimiento de culpa muy grande cuando conviven en su casa con casos de violencia de género". Esta afirmación -tan real como el dato de que en lo que va de año han muerto ya ocho menores a manos de sus progenitores en España- estremeció ayer el salón de actos del Centro Municipal de La Arena donde se celebró una mesa redonda con mujeres expertas en violencia doméstica -en distintos ámbitos- para poner fin a los actos de esta semana en que se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Ayer, los menores de edad fueron las víctimas sobre las que giró el debate en torno a una lacra que ha arrebatado la vida de más de 1.000 mujeres en la última década en España a manos de sus parejas o exparejas y segado el futuro de 24 de sus hijos e hijas.

El acto estuvo moderado por la diputada de Ciudadanos -organizadores de la cita- en la Junta del Principado, Diana Sánchez. Junto a ella acercaron la realidad social que se vive en el país varias que enfocaron el problema desde sus respectivos ámbitos. La primera en tomar la palabra fue Dolores Urizar, vicepresidenta del Colegio de Educadores Sociales. La suya fue una intervención para fijar como punto de partida que los menores "no son espectadores" de la violencia en el hogar, "siempre son víctimas porque les utilizan para propagar la violencia contra la madre". No es de extrañar, que ante este padecimiento desarrollen consecuencias de todo tipo como enumeró Urizar.

"Hay consecuencias físicas como el retraso en el crecimiento o problemas de sueño y alimentación; alteraciones emocionales como la depresión y el estrés y también cognitivos como el retraso en el lenguaje o el absentismo escolar", enumeró Dolores Urizar. Lo explicó con un meridiano ejemplo: "un niño con doce años de edad al que la violencia no le haya dejado evolucionar es como si tuviese cuatro años atendiendo al cerebro y su desarrollo".

Dolores Urizar concluyó su intervención proyectando un vídeo. "Así es como juegan los niños que sufren la violencia de sus padres", avanzó. En la imagen se ve a un niño recortando cajas y trozos de cartón. Luego los pegaba con cinta y los pintaba del mismo color. Todo transcurría con normalidad hasta que se escuchaba abrirse la puerta de su casa: era él, su padre. El semblante del niño se tornó en miedo y, antes de que su padre entrase en la habitación, colocó su "creación" de tal forma que recreaba una mesita de noche en la que se escondía para hacer creer al maltratador que la habitación estaba vacía. El público enmudeció al ser consciente de que el vídeo era ficción sólo por la parte de que no todos los niños tienen esa imaginación.

Tomó el relevo Eva Lázaro, abogada del Centro Asesor de la Mujer de Gijón, para manifestar el sentimiento de culpa que los pequeños desarrollan y para arrojar una tímida luz al aseverar que en muchas ocasiones son los propios niños los que consiguen ser "el motor para que las madres puedan salir del horror". "Otras veces, es al contrario", lamentó. Tras ella intervino Lucía Vigil, de la Casa Malva, que advirtió que "hay secuelas que aparecen a largo plazo, cuando ya están en la edad adulta". El epílogo lo puso la fiscal Elsa Mesones aconsejando cómo afrontar la situación por vía judicial. "Es importante que la madre deje claro que sus hijos también sufren malos tratos cuando denuncian".