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ANDRÉS DIZY | Acaba de publicar "Puede usted morir tranquilo"

"El libre albedrío es sólo un mito; somos genes y experiencia"

"Todos al final de nuestra vida podemos estar seguros de que, en realidad, no teníamos más opción que hacer lo que hicimos"

Andrés Dizy, ayer, con un ejemplar de su libro. MARCOS LEÓN

No es un volumen de autoayuda ni tampoco una invitación a la eutanasia, pese al título. "Puede usted morir tranquilo" (Álter Ego) es, en realidad, un ensayo sobre la libertad y un intento de demolición de la idea de libre albedrío. Su autor es el gijonés Andrés Dizy, que publica su primer libro con 81 años cumplidos. Descendiente del introductor de la achicoria en Asturias, estudió Derecho y se dedicó al negocio familiar. Lleva años atando los cabos de unas páginas en las que se filtran la filosofía de Spinoza o los trabajos sobre el cerebro del prestigioso neurólogo portugués António Damásio. "Al no tener el de la religión, he buscado otro consuelo", afirma.

- Su tesis central es que sólo podemos hacer lo que hacemos: nuestra genética y nuestras experiencias nos impelen a ser como somos.

-Exacto. El deseo nos hace actuar; todas las acciones tienen su origen en un deseo. Ahora, eso que deseamos hacer está determinado. Deseamos por nuestra herencia, el temperamento y por las experiencias pasadas.

- ¿El libre albedrío es tan sólo un mito?

-Es un mito. Tengo la impresión de que ya nadie cree en el libre albedrío, pero nadie se atreve a negarlo. No puede ser que las acciones no dependan de algo anterior.

- ¿Usted defiende la imposibilidad de la "tabula rasa"?

-Claro. Nacemos con unas tendencias, que llamo temperamento. Desde ahí interpretamos lo que nos pasa.

- ¿Somos sólo genes y experiencia?

-No podemos ser otra cosa. Casi nadie cree en el libre albedrío y tampoco en el alma. Nacemos ya con una configuración determinada del cerebro, y no es igual en todos. Eso nos hace tener aptitudes, tendencias.

- ¿Usted distingue entre personalidad y temperamento?

-No. El temperamento es una parte de la personalidad; la otra sería el carácter. Digamos que el temperamento es nuestra parte estable, con la que nacemos, y el cerebro es su sostén material. Y el carácter es lo que nos pasa. El conjunto de vivencias que tenemos es lo que configura la personalidad.

- Usted dice, una vez explicadas estas cuestiones, que toda persona puede morir tranquila porque en su vida ha hecho sólo aquello que podía hacer. Las lamentaciones son inútiles.

-Sí, nadie puede hacer otra cosa que lo que ha hecho.

- ¿Todos podemos morir tranquilos?

-En efecto, todos podemos morir tranquilos. Los creyentes tienen el consuelo de su religión, de sus creencias; los demás, al final de la vida, podemos estar seguros de que en realidad no podíamos hacer otra cosa que lo que hemos hecho.

-Pero de ese determinismo dado por la genética y la experiencia se derivan, y no se le escapara, connotaciones importantes. Un asesino podría justificarse y afirmar que no ha podido hacer otra cosa que asesinar.

-Hay que diferenciar entre responsabilidad y culpabilidad. Aunque no podemos hacer otra cosa que lo que hacemos, somos responsables de esas acciones pero no culpables. El juez debería decir: usted es responsable de tal crimen y tiene que ser castigado o apartado porque vivimos en una sociedad con valores. Hay una diferenciación semántica.

-Asegura en su libro que la educación religiosa es un "lavado de cerebro".

-Lo creo así, porque los niños carecen todavía de defensas para rebatir lo que se les está diciendo. Las religiones son construcciones a partir del temor. Y de ahí confiamos en alguien superior que nos pueda proteger.

- Nuestras vidas están determinadas por la configuración del cerebro, la genética y las experiencias. Afirma, sin embargo, que ninguna vida es predecible.

-Porque en toda vida es muy importante lo que nos pasa, y esos sucesos no se pueden predecir pese a estar sujetos también al determinismo. En el encuentro entre una persona cualquiera y un suceso, aunque este suceso esté determinado por causas, no hay relación causal; es algo aleatorio, puro azar.

-¿Qué es para usted la libertad?

-La libertad consiste en que nos dejen desarrollar nuestra personalidad y en que nadie nos lo impida. Ahora bien, la opción que elijamos va a estar siempre determinada por nuestro temperamento y por lo que nos ha pasado. Cuantas más opciones, más libertad.

-¿En qué tradición filosófica se sitúa usted?

-Con la aportación de Spinoza, que es quien demuestra que estamos determinados. Pero mi trabajo está basado, sobre todo, en obras de Damásio como "El error de Descartes" o "El cerebro creo al hombre.

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