La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De armas tomar

La Fundación Juan Muñiz Zapico estrena en el Ateneo el documental "La lucha de las mujeres obreras en los barrios de Gijón en el final de la dictadura", para recordar gestas casi olvidadas

En un plano de Gijón de principios de los años setenta del siglo XX, la zona sur de la ciudad, entre Pumarín, Roces, Contrueces y La Braña.

Con ayuda económica del Ayuntamiento de Gijón para su realización, la Fundación Juan Muñiz Zapico de las Comisiones Obreras de Asturias presentará mañana, a las 19.00 horas, en el Ateneo de La Calzada, el documental "La lucha de las mujeres obreras en los barrios de Gijón en el final de la dictadura (años 60 y 70 del siglo XX)", con el que dicha fundación, en palabras de su presidente, Francisco Prado Alberdi, quiere "recuperar la memoria de las obreras y esposas de obreros que protagonizaron muchas movilizaciones para que en los barrios de Gijón hubiera colegios, centros de salud o parques". Y es que, según Prado Alberdi, "el movimiento obrero restó importancia al papel que jugaron las mujeres en aquellos años por entender que los hombres hacían la revolución y las mujeres la comida".

Bajo la dirección de Alberto Vázquez García, en el documental, de 110 minutos de duración, se recogen los testimonios de diez mujeres, entre ellas Manuela Villar Torre, apodada "Lola", viuda de Belarmino García, "Mino", quien durante muchos años fue el presidente de la Asociación de Vecinos de Pumarín. Lola y otras muchas mujeres del barrio, como de otras partes de la ciudad, "fueron determinantes en dar forma al Gijón que conocemos, a su sociedad y equipamientos sociales, un papel no suficientemente reconocido ni estudiado", en opinión de los responsables de la Fundación Juan Muñiz Zapico.

Un ejemplo de las luchas de las mujeres de los barrios gijoneses se encuentra donde confluyen las calles de La Alcarria, de El Ampurdán y de La Mancha, en Pumarín. Un espacio verde con juegos infantiles que desde el año 1998 lleva el nombre de Corrada del Valor Cívico en recuerdo de las mujeres que durante años lucharon para que en dicho terreno no se levantasen edificios y fuera destinado a una zona verde. Lo lograron tras acudir a los tribunales. "Primero empezaron varias mujeres del barrio con la protesta y luego ya nos implicamos desde la Asociación de Vecinos", explicaba el pasado sábado Lola en la Corrada del Valor Cívico, en compañía de Francisco Prado Alberdi y de su hijo José Manuel García Villar.

"Recuerdo que cuando vine a vivir a Gijón en 1971, a Pumarín, ya se hablaba de estas protestas de las mujeres del barrio", rememora Prado Alberdi, y "fue al principio del primer Ayuntamiento democrático, de alcalde José Manuel Palacio, cuando se hizo este parque", subraya José Manuel García Villar.

"Estuvimos mucho tiempo haciendo piquetes día y noche para no dejar entrar a las máquinas en el solar", explica Lola, que llegó a Gijón en 1954 procedente de Ciaño (Langreo) y vecina de Pumarín desde 1969. Como su marido y otros muchos miembros de las asociaciones de vecinos de la ciudad militaba en el entonces clandestino Partido Comunista.

Hace cincuenta años, especialmente con la puesta en marcha de la factoría siderúrgica de Uninsa, Gijón vivió una eclosión demográfica que requirió la construcción de miles de viviendas que dieron lugar a nuevos barrios. Algunos un modelo de urbanismo, como las Mil Quinientas, pero en otras zonas, como en la parte alta de Pumarín, se levantaron bloques sin orden ni concierto, formando callejones y sin zonas verdes. Eran los tiempos en los que los barrios sin urbanizar se convertían en barrizales con las lluvias. Hace meses el Ayuntamiento remodeló la Corrada del Valor Cívico, pero se quitó el rótulo con el nombre. Ahora la Fundación Juan Muñiz Zapico reivindica que "vuelva a haber placa y un texto que explique el porqué del nombre para que no se olvide su historia".

Compartir el artículo

stats