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PACO ABRIL BERAN | Narrador e ilustrador infantil

"Los niños tienen ante sí páginas no escritas que habrán de escribir para mejorar el mundo"

Paco Abril, en el paseo de Begoña. ÁNGEL GONZÁLEZ

Hablamos con un hombre notable que ha dirigido su vida a la de los niños y hoy se encuentra satisfecho de su labor pedagógica. De conversación amena, su destino le trajo a Gijón, pese a su ascendente checo. Hoy es un gijonés más.

-Mis bisabuelos eran checos y vinieron a un lugar muy lejano que se llamaba Gijón. Mi bisabuelo era experto en el pintado de la loza y llegó aquí contratado por la fábrica de Laviada, con la intención de regresar a su tierra, pero nunca lo logró: murieron aquí.

- ¿Así que usted quién es?

-Me nacieron en Teruel (1947), mi padre era fiscal de tasas y estaba destinado allí. Nací en la plaza del Torico, en el centro de la ciudad. Mi hermano mayor también nació allí. Tengo una hermana más pequeña. Me considero un trabajador constante, tenaz, creativo, siempre indagando. Soy una persona muy curiosa, y no conforme con lo que existe, siempre estoy buscando que las cosas mejoren, sobre todo en lo relacionado con la infancia. Me casé dos veces, tengo un hijo de 40 años del primer matrimonio y otro de 15 del segundo. Mi esposa actual es cordobesa, de Lucena, a la que llaman la perla de Sefarad por haber sido lugar de poetas.

- ¿Cómo fue su formación?

-Estudié por libre. A los 15 años me fui a vivir solo y me puse a trabajar. Poco a poco me fui pagando los estudios de Magisterio. Luego propuse la creación de la Biblioteca Infantil de Begoña y fui su director durante tres años. Posteriormente pasé al Ayuntamiento a trabajar en el servicio que se llamó de Ordenación Cultural y después me trasladaron a la Fundación de Cultura.

- ¿Por qué le interesa tanto el mundo de la infancia?

-Eso habría que preguntárselo a mi psicoanalista, pero como no lo tengo, no lo sé. Creo que todo lo que hagamos por la infancia ha de redundar en beneficio de la sociedad. En Gijón, donde está el Servicio Social, en el edificio de la Gota de Leche, hay una placa que puso allí el doctor Avelino González en 1927 que dice: "Quien construye casas para los niños derrumba los muros de las cárceles". Desde siempre vi que había una carencia en Gijón para los niños, apenas tenían lugares de juego, ni parques, ni bibliotecas, ni nada. La infancia es la potencialidad de un mundo mejor. Yo, cada vez que escucho decir que los niños de hoy vivirán peor que sus padres, pienso que cometen un error. Ésa es una predicción demasiado negativa que puede inculcar a los niños el deseo de no esforzarse. Los niños tienen ante sí páginas no escritas que tienen que escribir ellos para mejorar el mundo.

- Hábleme de las tres exposiciones que actualmente tiene.

-Hace mucho tiempo que empecé a recortar papeles y no se los enseñaba a nadie; lo mismo me pasaba con la escritura. Después de mi jubilación, hace ya diez años, hice mi primera exposición: setenta collages de varias series: una de árboles, otra de indagadores que parecían extraterrestres? Y he ilustrado un libro de los mitos de Asturias que se llama "Alma de papel". Un año después hice los textos. Tengo otra exposición en Madrid que se titula "Lectoras". Son mujeres muy sugerentes que están leyendo. Y una en Lucena de dos series, una de ella con seres mutantes. Y hay otra titulada "Verlos es comerlos" compuesta sólo de toda clase de frutos.

- ¿Obtiene rendimiento de todo esto?

-El rendimiento económico es escasísimo, por ahora. Lo financio con la aportación de las instituciones que las solicitan. Si se vende alguna obra, el dinero sería para mí.

- ¿Qué le carga de energía?

-Digo una frase que tengo de cabecera en mi mente. Es así: "El paso de los años arruga la piel, pero la falta de entusiasmo arruga el alma". Siempre, a pesar de todo, predomina en mí el entusiasmo. Es mi gasolina.

- ¿Quién ha sido su maestro?

-No he tenido, soy autodidacta. Los collages los hago con la paciencia de las manos, recortando, pegando, equivocándome, volviendo e a empezar? En el libro "Los mitos de Asturias" tenía que hacer una sirena y como no me salían hice treinta, pero en el libro sólo sale una.

- ¿Con qué se le parte el corazón?

-Con el sufrimiento de los niños de cualquier parte del mundo, con el maltrato de las mujeres, con cualquier injusticia, sobre todo a los más desvalidos.

- ¿Sus pasiones?

-La creatividad, la lectura, soy un ávido lector. El cine, las series de televisión? Hace años hice una serie de más de ochenta programas de televisión que se llamaba "La oreja verde". Exponía mi filosofía de la vida. Estaba inspirada en un poema del italiano Gianni Rodari, escritor de literatura infantil. Trataba de un hombre que tenía una oreja verde; no era un hombre joven, sino maduro. Le preguntaba la gente si su oreja verde le servía de alguna utilidad. Y él contestó: soy persona vieja y sólo tengo esta oreja que es una oreja de niño, y me sirve para oír aquello que los adultos nunca se paran a escuchar. Por ejemplo, oigo el paso de las nubes, o lo que dicen los árboles, las plantas o las piedras de los caminos. Pero oigo sobre todo a los niños y a las niñas cuando cuentan cosas que a las orejas maduras les parecen misteriosas.

- ¿Quién le parece que sobra en esta sociedad?

-Muchos políticos, de todos los partidos. Y aquellos maestros que siendo educadores cierran las puertas a sus alumnos de sus posibilidades creativas e imaginativas. Yo he visto maestros que les dicen a sus discípulos: "Tú no puedes hacer esto o aquello". Esas personas sobran en el mundo de la educación.

- ¿Su mundo interior de qué se alimenta?

-Se nutre de mis lecturas, de las reflexiones que cruzo con otras personas, y de mis observaciones.

- ¿Se han cumplido sus sueños?

-Nunca creí que iba a hacer lo que estoy haciendo. A veces no me reconozco en lo que hago.

- ¿Tiene alguna obsesión?

-Sí, el perfeccionismo.

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