La atención sanitaria tradicional entendida desde un ámbito exclusivamente biológico pierde cada vez más fuerza. Los enfermeros, cada vez más empoderados en su papel de cuidador "en un sentido amplio", quieren liderar ahora una asistencia "más humana" a sus pacientes, que pasará por abordar también los aspectos psicosociales de sus usuarios. Así lo explicaron ayer los enfermeros Juan Leyva y Emma Fernández, dos de los ponentes de la XIX Jornada VIH, de Acción y Voluntariado ante el sida (Avasi) celebrada ayer en el Antiguo Instituto y en la que se puso como modelo la Unidad de VIH del Hospital Clinic de Barcelona, que ha conseguido reducir el tiempo de espera en consultas médicas a sólo dos semanas.

Leyva aclaró que el modelo del trabajo sanitario se divide históricamente en dos paradigmas: la de la biomedicina y la humanista. La primera representa la atención más tradicional, la que se encarga únicamente de diagnosticar enfermedades y prescribir un tratamiento que las cure, mientras que la segunda considera que para atender correctamente a una persona enferma el cuidador (tanto enfermeros como el resto de categorías sanitarias) debe entender el contexto social del afectado tanto como las propias patologías que presenta.

La eficacia de poner en valía el aspecto emocional de la atención sanitaria se ha visto demostrada desde la Unidad de VIH del Hospital Clinic de Barcelona. En ella trabaja Fernández, que aseguró que la puesta en marcha de un protocolo concreto para pacientes con VIH consiguió reducir los tiempos de espera en las consultas médicas desde los dos meses de media hasta las dos semanas actuales. Este modelo propuso hace ya una década crear "un circuito de derivación rápida" de pacientes afectados, que acuden al hospital por recomendación de farmacias, asociaciones y ONGs. "Desde entonces el primer contacto de estos pacientes con el hospital siempre son las enfermeras, que son las encargadas de aclarar todas sus dudas y asegurarse de que en menos de dos semanas sean atendidos por el médico. Antes muchas derivaciones se quedaban por el camino", concretó la ponente, que incidió también en la necesidad de "humanizar" esa reunión inicial con el afectado. "Tenemos que garantizar que esa primera acogida sea cálida y para ello debemos olvidar cualquier juicio de valor, escuchar activamente al usuario y formarnos más en la gestión emocional de todo el proceso. Nuestra labor también implica crear para ellos un espacio seguro en el que puedan compartir sus dudas y sus miedos", resumió Fernández.

La enfermera recalcó, además, que la atención "biopsicosocial" de la medicina acaba también por reducir costes al sistema. "Un trabajo sanitario más integral, a la larga, optimiza los recursos de todos", aseguró, aunque aclaró que la principal ventaja de estos protocolos siguen siendo garantizar salud del paciente: "El VIH cuenta con estigmas morales que otros virus no tienen. Nuestra obligación como profesionales también es entender por qué sucede eso".