Una desbordada Croacia cerró ayer siete de sus ocho pasos fronterizos con Serbia y empezó a aplicar el "plan B" del que había hablado su primer ministro, Zoran Milanovic, tras declarar que el país, de poco más de cuatro millones de habitantes, no puede seguir haciendo frente a la avalancha de refugiados, de los que, en apenas tres días, han llegado a su territorio unos 17.000.

En autobuses y trenes -uno, con un millar de personas a bordo-, miles de refugiados llegados a Croacia en las últimas 72 horas fueron embarcados con rumbo al paso fronterizo húngaro de Beremend, desde donde las autoridades magiares los trasladaron a campos de acogida situados cerca de la frontera con Austria, aunque sin consultar antes con la república alpina, lo que motivó una queja del Gobierno de Viena.

"A partir de hoy (por ayer) empezaremos a aplicar otros métodos; ya no podemos aceptar ese peso mientras los otros miran para otro lado", dijo el primer ministro croata al anunciar el "plan B" y advertir que su país ya no puede absorber más refugiados.

La denominada "ruta de los Balcanes" viró hacia Croacia el pasado martes, después de que Hungría cerrase física y legalmente su frontera con Serbia. Ayer fue Croacia la que cerró la linde con Serbia, tras lo que el presidente serbio, Tomislav Nikolic, denunció el "egoísmo" de ambos países. "Nosotros no somos egoístas. Esta nación aguantará lo que pueda y, cuando no haya suficiente para nosotros, no habrá suficiente tampoco para los inmigrantes", avisó.

Pero las quejas de Serbia y Austria no fueron las únicas. Croacia criticó que Eslovenia le devolviera a los desplazados que estaban llegaban a su frontera. Y Hungría, que ha comenzado a levantar una valla en los 41 kilómetros de su linde terrestre con Croacia, criticó que ésta le enviase a los refugiados a su frontera.

En Belgrado, el ministro de Exteriores magiar, Peter Szijjarto, cargó con dureza contra Zagreb y exigió que no propague "mentiras".

"En vez de ayudar a la gente, Croacia está alentando a masas y masas de personas a cometer un delito penal, ya que el cruce ilegal de la frontera es un delito", sostuvo Szijjarto, en alusión a la legislación que entró en vigor esta semana en Hungría, que prevé penas de cárcel de tres años por entrar en el país sin permisos.

Entre tanto, la policía militar holandesa detuvo a dos sirios sospechosos de haber traficado con "cientos" de refugiados a gran escala en Europa, informó la fiscalía en un comunicado.

Bulgaria se ofreció a recibir hasta 1.200 refugiados adicionales en el marco de un sistema europeo de cuotas de reparto, según anunció el primer ministro, el populista Boiko Borisov. Suiza, por su parte, anunció que aceptará hasta 1.500 refugiados en virtud del programa de redistribución de 40.000 acordado por la Unión Europea (UE) el pasado mes de julio.