El Gobierno británico se ha sumido en la división ante el estancamiento del proceso negociador del "Brexit" -previsto para marzo de 2019- y, en particular, ante las dificultades que suscita encontrar una solución que evite restaurar una frontera "dura" entre las dos Irlandas. El siempre polémico ministro de Exteriores de Londres, Boris Johnson, puso de manifiesto el alcance de la crisis al sugerir -en una cena privada con 20 personas- que habría que encarar el proceso como lo haría Donald Trump y predecir un "hundimiento" de las negociaciones en marcha con Bruselas.

El problema es que sus palabras fueron grabadas y su difusión ha resquebrajado aún más los cimientos del Gobierno de la conservadora Theresa May. "(Trump) Lo afrontaría con dureza (...). Habría todo tipo de ataques de nervios, todo tipo de caos. Todo el mundo pensaría que ha enloquecido. Pero quizás llegaría a algo", estimó Johnson. "Cada vez estoy más convencido de que hay método en su locura", añadió Johnson.

Mientras, en París, la visión de la reforma de la eurozona adelantada estos días por la canciller alemana, Angela Merkel, no acaba de gustar. El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, hizo un llamamiento a Berlín para que aborde el asunto con "más ambición". Para Le Maire, es absolutamente imperativo completar la unión económica de la eurozona para "sobrevivir". Le Maire defendió un presupuesto único para la zona euro, que la dote de una mayor independencia y de un instrumento efectivo en caso de inestabilidad financiera. Esta solución, de la que recelan Alemania y gran parte de su clase empresarial, es la "buena y valiente", dijo, pues el presupuesto ayudará a mantener la inversión en formación e investigación en países en crisis y mejorará su competitividad.