Oviedo, M. J. IGLESIAS

Si la cesta de la compra se llenase directamente en la huerta, en la rula o en la cuadra, saldría casi cinco veces más barata. En 2009, el precio de los alimentos se multiplicó por 4,9 entre el productor y el consumidor. Esta diferencia se acrecentó, pues un año antes los precios se multiplicaban por 4,3 entre el campesino y el comprador.

Éstos son los datos del balance anual del índice de precios en origen y destino de los alimentos (IPOD), elaborado por el sindicato agrario COAG y las organizaciones de consumidores UCE y Ceaccu. El dato resulta más significativo si cabe en estos tiempos de caída de precios puesto que, según los datos del índice de precios al consumo (IPC), llenar el carro en el supermercado en la región es hoy un 3,5 más barato que hace un año.

Los datos del estudio de Coag y de los consumidores se suman al análisis del Observatorio de Precios de los Alimentos que elabora el Ministerio de Medio Rural tomando como base productos diarios de la cesta de la compra. Este informe indica que el diferencial medio de precios entre origen y destino creció un 9 por ciento respecto a 2008.

En resumen: los alimentos cuestan menos en la tienda pero, al tiempo, el desfase entre el precio de origen y de destino se incrementa. El agricultor, según denuncian los sindicatos, cada vez recibe menos por sus productos. Los intermediarios aseguran que no son culpables, porque también soportan sus costes. Las grandes cadenas de supermercados se curan en salud con redes de distribución propias y compran más productos directamente, para ahorrar gastos.

El viaje del campo a la mesa comienza en la huerta, para las verduras, o en la rula, para el pescado. Hasta llegar al carrito, los alimentos pasan hasta seis etapas y en cada una se van añadiendo euros al precio. Manuel Rodríguez, presidente de la Asociación de Minoristas de Pescado de Asturias, explica que tanto intermediarios como comerciantes tienen numerosos gastos. «Compramos con la ley de la oferta y la demanda. Si baja el pescado en la rula, lo ponemos más barato en el mercado. Si sube, aumentan los precios». Rodríguez considera «peligroso» establecer conclusiones sobre la cadena de precios. «Tenemos que pagar impuestos, sueldos, seguros, combustible y, además, trabajamos con productos perecederos; los márgenes son relativos». Las organizaciones agrarias contraatacan. En 2009 la renta agraria descendió un 5,3 por ciento. Tanto Ramón Artime (ASAJA) como José Calvo (UCA) y Mercedes Cruzado (COAG) reclaman precios justos en origen para los agricultores.

En Asturias, como en el resto de España, es llamativo el caso de la leche. Los ganaderos reciben una media de 32 céntimos por litro, mientras que los sindicatos elevan los costes de producción a 34 céntimos. El precio medio al consumidor oscila entre 75 y 85 céntimos. Las empresas alegan que soportan gastos de recogida y transformación. Los puntos de venta señalan que pagan impuestos y sueldos.

No todos los alimentos hacen el mismo viaje a los mercados y grandes superficies de Asturias. Las patatas y tomates llegan de Francia, Canarias, Almería y Murcia. En cambio, el sesenta por ciento de la carne de ternera que se vende en Asturias procede de las razas autóctonas. Algo coincide. En todos los casos la diferencia de precios va aumentando desde el origen hasta el comprador.

La canal de ternera, en el matadero, se paga a seis euros. El kilo de filetes llega al mostrador a unos diez. El carnicero ovetense Felipe Sanjosé considera que el mayor margen se lo queda el tratante, aunque en su negocio las reses son de crianza propia. Aun así también hay gastos. «Algunos de los terneros que se compran para cebarlos se mueren o enferman, eso son pérdidas». El pollo se paga en origen a 1,80 o 1,90 euros. Al público llega a 2,40. La mayor parte procede de Galicia.

Ana Fernández, responsable de una frutería en el mercado del Fontán (Oviedo) lleva más de veinticinco años observando los precios. Asegura que el punto de inflexión lo marcó el paso al euro en el 2000. «Todos aprovechamos para redondear». Le llama la atención que los productos asturianos sean tan caros o más que los de fuera. «Los tomates del país se cotizan más que los de Almería y pasan por menos manos, entra en juego el aprecio que el consumidor tiene al producto». En su puesto se encuentran tomates entre 1,95 y 3,95 euros. «Es verdad que el producto cuesta más en el punto de venta, pero en internet se venden naranjas a 2,50 directamente de la huerta y la gente las paga».

La lista de básicos:

Las hortalizas, en subida libre.

Los tomates son uno de los productos típicos para comparar precios. En origen se pagan a 32 céntimos, según datos del Observatorio del Ministerio de Medio Rural. En la tienda no bajan de 2 euros por kilo, como promedio. La lechuga pasa de 14 céntimos a casi un euro en el punto de venta. El pimiento verde parte de 39 céntimos y llega al público a unos 2,20. Los estudios indican que las mayores diferencias se dan en verano, por el aumento del consumo de verduras.

La ternera asturiana, por delante.

El caso de la ternera asturiana indica que al consumidor no le importa pagar más cuando la calidad responde a las expectativas. La diferencia entre un kilo de carne con etiqueta asturiana y otra sin identificación concreta alcanza los dos euros de media. Aun así, la asturiana lidera las ventas en la región. La carne comercializada bajo la marca certificó casi 5.000 toneladas en 2009, frente a las 4.300 de 2008, lo que supone un incremento del 17 por ciento. También sube el consumo de carne "ecológica".

La merluza, por calidades.

La cotización oficial de la merluza de origen nacional -en Asturias, la merluza del pinchu- está estimada en unos 6 euros por el Observatorio de Precios del Ministerio. El precio final llega a los 17. Las cofradías de pescadores llevan meses reclamando subidas de precios en origen y mayor control de los productos que entran procedentes de terceros países. Los mayoristas alegan que el consumidor es libre para elegir y que si no hay producto regional hay que traerlo de fuera.

El pollo, líder de ventas.

España es el tercer país productor de pollo de la Unión Europea. Cataluña, Aragón y Galicia reúnen la mayoría de las granjas. El consumo anual es de 21,7 kilos, la primera carne en el «ranking» de ventas, seguida de la ternera. Los productores señalan que más del 60% de los costes de producción se va en piensos. El resto se reparte entre los gastos de veterinario, matadero, preparación y el transporte al almacén y a los puntos de venta. El resultado es el que el kilo pasa de 1,44 en origen a 2,40.