Oviedo, M. J. I.

Mientras en Asturias las asociaciones de pescadores luchan por repoblar los ríos con salmones, al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, una empresa de alimentación y acuicultura se ha empeñado en llevar al mercado el primer salmón modificado genéticamente. De lograrlo, la especie considerada «reina» de los cauces fluviales de la región, se convertiría en la primera con genes modificados que llega al consumo humano. Sin embargo, los científicos han advertido de los riesgos que entraña para la salud la cría de salmones genéticamente modificados.

La voz de alarma la ha dado el equipo de asesores de la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). Los expertos han mostrado su preocupación por el pez de crecimiento acelerado, creado por la compañía «Aqua Bounty Technologies». Alegan que no hay datos suficientes para resolver dudas claves sobre los riesgos potenciales que presenta su consumo.

En la FDA tampoco hay consenso. Mientras unos muestran abiertamente sus dudas, otros sostienen que no existen diferencias entre el salmón alterado genéticamente y el natural.

El salmón modificado destaca por su enorme tamaño, el doble que el de sus «primos» que siguen un crecimiento natural. El secreto del salmón transgénico es que contiene genes de otras especies y hormonas de crecimiento que le permite engordar todo el año y no sólo durante los meses de verano, como los peces convencionales.

La empresa defiende que el pez, presenta las mismas características que el salmón normal del Atlántico, y no representa ninguna amenaza para el medio ambiente o su consumo humano.

James McKean, veterinario y profesor de la Universidad de Iowa, es uno de los más críticos con el «supersalmón». Asegura que aún no se ha investigado suficientemente cuáles pueden ser las repercusiones del consumo en los humanos. Además, casi una docena de defensores de consumidores, ambientalistas y otras entidades han iniciado una masiva recogida de firmas contra los nuevos peces. Argumentan que no hay datos suficientes que permitan asegurar que comer este tipo de pescado no causa efectos colaterales como reacciones alérgicas, o que la fuga accidental de estos animales a medios naturales no tendría consecuencias nefastas para la biodiversidad.

La compañía, hasta la fecha, no ha conseguido la aprobación de otros productos transgénicos, y ha aumentado un triple sus beneficios ante la posible luz verde al «supersalmón».