Rebollosa (Tineo),

Ana Paz PAREDES

Ester de Dios García es una mujer que transmite tranquilidad mientras, sobre la mesa, trabaja la masa del pan que hará en el día, y habla de su vida. El tipo de pan que elabora, integral de cultivo ecológico, aprendió a hacerlo antes de venir a Asturias, en los años que estuvo viviendo en Navarra. Natural de Segovia, motivos personales la trajeron al Principado, donde, desde el primer momento, se sintió a gusto. Pasaron así 22 años y todos, en el pueblo de La Castañal, en Nava, donde junto a su pareja habilitó un hogar y, años después, abrió su obrador. Madre de Lluna, de 21 años, Ester afirma que La Castañal, nombre con el que igualmente se conocen sus productos, es un pueblo que les gustó desde el primer momento. «Vinimos buscando un pueblo tranquilo y lo encontramos. La carretera termina aquí y además está rodeado de un bosque autóctono». Años atrás varios artesanos iniciaron también su vida en este pueblo donde, actualmente, algunos se han ido y otros continúan; «pero sigue llegando gente, con independencia de su trabajo o su oficio, a vivir en el pueblo», matiza Ester.

La artesana destaca que la relación vecinal es viva y activa. «Por ejemplo, los sábados nos reunimos a ver una película, tomamos un té y unas galletas y hacemos tertulia. Una vez al mes nos juntamos para comer y trabajar juntos como pueda ser arreglando algún camino o alguna actividad que implique una mejora del pueblo. También tenemos aquí un rastrillo de ropa permanente. Aquí la gente puede traer la ropa que sobra y llevarse la que se necesita. Tenemos mucha ropa infantil, por ejemplo», añade.

Ella, que siempre quiso vivir y trabajar en un pueblo, dice al respecto de quienes ponen en el campo su esperanza de mejora para paliar la crisis económica que viven, que « tal vez sea una salida; pero no hay que olvidar que vivir de trabajar la tierra es muy duro, la gente que no está acostumbrada no sé si se adaptaría. Eso sí, en un pueblo las rentas son más bajas y las necesidades se adecuan a lo que tienes, no existe el consumismo de las ciudades. Nosotros, por ejemplo, también tenemos aquí una pequeña huerta».

Sus productos están hechos con harina integral de cultivo ecológico, elaborando panes de trigo, de escanda, de centeno, y de trigo con pasas, trigo con amapolas y escanda con centeno. En cuanto a dulces, elabora, y entre otros, galletas de avellana y de escanda con chocolate, sin olvidar el bizcocho de frutos secos. Ester de Dios también hace el reparto de sus productos por los pueblos. «La ciudad no es para mí... me perdería seguro, por eso los llevan otros», dice sonriendo.