Blimea, E. PELÁEZ

Gastar 2.000 euros en cuatro horas en establecimientos comerciales de San Martín del Rey Aurelio. Ése era el «regalo» que disfrutaron ayer Ana Madali Rivera García; su esposo, Manuel Catalán Nava, y sus hijos Gabriel y Saúl. Un Rolls Royce los esperaba a la puerta de su casa en Blimea para trasladarse por la localidad, pero también por Sotrondio y El Entrego. La familia resultó agraciada con el mayor premio de la campaña de Navidad desarrollada por Ecosam (Empresarios y Comerciantes de San Martín del Rey Aurelio), que consiste en gastar 2.000 euros en compras en establecimientos asociados.

«Para una vez que me toca algo se entera todo el mundo», aseguró Rivera, que se topó nada más abrir la puerta del portal con compañeros del grupo folclórico «Blimea» disfrazados para la ocasión, para que no sólo el Rolls Royce llamase la atención de los viandantes. También colaboraron dos asistentas, con cofia incluida, que acompañaban a la familia y tiraban confeti al salir del coche, y un fotógrafo, identificado con un cartel a la espalda. La comitiva, de la que también formaba parte Rubén Martín, gerente del plan estratégico del comercio de San Martín, emprendió el camino a las cuatro de la tarde rumbo a El Entrego. Un estanco fue la primera parada, donde Rivera y su familia compraron una cartera. Quedaban otros doce establecimientos de los 54 adheridos al programa repartidos entre El Entrego, Sotrondio y Blimea. Tiendas de ropa, de electrodomésticos, una carnicería y una clínica dental se encontraban entre ellas.

Los 2.000 euros del premio permitieron que todos los miembros de la familia quedasen satisfechos. Antes de que se cumpliesen las cuatro horas de plazo la compra había finalizado. Las bolsas se acumulaban en el coche. En ellas, una Wii para los niños, una batidora, un reloj, un grifo, material de construcción, una batería de ordenador, dos abrigos, un chaquetón, un jersey, un vestido y un teléfono inalámbrico, entre otras adquisiciones. Y para finalizar una cena en una sidrería de Blimea. Todo gracias a una papeleta, que le dio su dentista, cuyo número coincidía con el agraciado en el sorteo del Niño. «No me lo podía creer», aseguró Ana Madali Rivera.