Llueven adjetivos calificativos sobre la «sencillez» y campechanía del rey Juan Carlos, tras su estancia en el Hospital Clinic de Barcelona, con el fin de extirparle un nódulo en un pulmón. Todo ello haciendo hincapié en que el citado Hospital está adscrito a la Seguridad Social. Vamos, como si nos quisieran convencer de que el paciente resulta un españolito más de a pie. Lo cierto es que unas fechas antes efectuó su revisión anual en la habitual clínica privada de la misma ciudad, tal y como hace años lo hace.

Cabe suponer que los mejores especialistas de la incidencia pulmonar que lo llevó a su urgente ingreso, están en el citado Hospital, e incluso me comentan personas que conocen el centro que tienen una planta para personajes VIP. También me citan a algunos que por allí han pasado, y no son precisamente pensionistas con mínimos recursos o mileuristas. Y que quieren que les diga, a uno llegado el caso no le gustaría tener ingresado en la misma zona o adyacente a un paciente de este tipo.

El coñazo de visitas, guardaespaldas, floristerías enteras, políticos de diverso pelaje, figurones, personal sanitario haciendo la ola y arrastrados en general, registros nada más moverse, y toda una serie de gaitas que conllevan infinidad de molestias, cuando se supone que el que allí está ingresado será por temas no livianos.

Por otro lado, no deja de sorprenderme alguno de los servicios que este centro presta, ¿será para todos los pacientes?, por que ya me dirán ustedes si en los Hospitales de Riaño o de Murias te ofrecen servicio de catering, bebidas, teléfono y demás añadidos.

Descojone fino produce el comunicado que dice que estos servicios se los cobran aparte, ¡ no fastidien!, aunque me hace gracia lo del teléfono, se ve que al pobre hombre el presupuesto de la Casa Real, que ronda los mil millones de pesetas, no le da para un simple móvil, que lo tiene hasta el más tonto del pueblo. Pido, por favor, que se duplique el presupuesto en el próximo ejercicio.

¿Sencillez? Pues como que no me parece gesto alguno de ello, más bien conveniencia, con el añadido de molestias para los demás usuarios, e incluso demoras.

La sencillez en estos tiempos que corren, sería, como simple ejemplo, la supresión de la Guardia Real, y toda su parafernalia y boato, sin contenido práctico alguno, todo ello con tufillo decimonónico.

Muchas son las cosas que se podrían añadir, pero mejor no, por que los que por su teórica ideología deberían ser respetuosos con ella, son ahora mismo los mayores cortesanos y aduladores, y pierden el culo por doblar la cerviz, y vaya usted a saber lo que son capaces de hacer con tal de seguir ganando enteros y medrando.

Uno no tiene ningún empacho en decir que los Reyes que le gustan son los de la baraja, y así y todo si no vienen acompañados del caballo y el as, además de pintar, también sirven para poco.