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A contracorriente

En territorio Esla

Un simbólico acto de hermanamiento entre las aguas del río leonés y el Nalón

El grupo de vecinos del valle del Nalón reunidos en la localidad leonesa de Villanófar. C. C.

Las aguas portentosas y animadas del río Esla a la altura de Gradefes en León son el espejo donde se miran desde hace años varios habitantes del valle del Nalón que gustan de estos territorio históricos para disfrutar de su tiempo de ocio, ya sea estival, otoñal, invernal o primaveral. Y recientemente en el lugar de Villanófar se celebró un encuentro bajo la batuta del abogado lavianés Manuel Amalio Díaz Barbón para homenajear al río Esla, ese cauce fluvial que dio nombre a Asturias y que tiene su hontanar en las estribaciones de Tarna en la vertiente leonesa, concretamente en la zona de Valdosín.

Con el apoyo decisivo del profesor de Historia y director del Instituto de Sotrondio, Rogelio García Carbajosa, se llevó a efecto un recorrido por estos entornos donde se encuentran dos monumentos que marcan el devenir histórico de la provincia leonesa, la iglesia mozárabe de San Miguel de la Escalada (siglo IX), única en su género junto a la de San Juan de Baños en Palencia y el Monasterio de Santa María de Gradefes, cisterciense del siglo XII. En torno a estos edificios el profesor Rogelio invitó al grupo asturiano a sumergirse en la investigación histórica y en el profundo conocimiento de dos inmuebles con proyección histórica, sociológica y documental. Explicación sincera, pedagógica y con el toque didáctico de un maestro. Después, un recorrido por los campos cerealistas de estos contornos y el momento afecto para unir las aguas del Esla y del Nalón. Un acto ritual marcado por el sentimiento de todos y una realidad palmaria como refleja la conjunción de dos cauces fluviales que viven de espaldas pero que tienen su nexo geográfico en los altos del Puerto de Tarna, un cauce para cada vertiente y una carretera, la Transcantábrica, que marca las líneas directas del valle del Nalón y de la ribera del Esla a través de ese León auténtico conformado por Lario, Riaño, Crémenes, Cistierna y Gradefes.

Y en Villanófar, caserío agropecuario como pocos, Manuel Amalio Díaz Barbón aprovechó ese encuentro cultural y su feliz aniversario para organizar como cierre una fiesta del cordero asturiano en territorio Esla. Troceado, preparado y dispuesto el día anterior en la sala de despiece de cárnicas José Tomás en Pola de Laviana, el producto genuino se tornó en una ambrosía gracias al fuego de leña de roble y a los aires leoneses. Los vinos de la tierra y los bartolos de Laviana dieron notoriedad a un condumio cargado de sabor, amistad, parlamento y mucho arte. Y previamente en Carbajal de Rueda, los buenos embutidos de Gutiérrez espolearon la mañana de paseo fluvial y convirtieron el mediodía en placer y buenas sensaciones.

La licenciada ecuatoriana -de Guayaquil- Verónica Toledo Morán estudiosa del arte románico español quedó sorprendida por el patrimonio artístico de esa zona de León y se llevó a su tierra un poco de historia de lo que vivió en el Monasterio de Gradefes y en San Miguel de la Escalada. José Manuel Zapico, Paula, Isabel, Falo Faes y Tani Arrieta dieron un sobresaliente a una jornada intensa y apelaron para que el próximo año vuelva a repetirse. La causa cultural, social, histórica y gastronómica quedó patente. El Esla, ese viejo Astura, y el Nalón, el atávico Melsos, ya están hermanados para siempre. Quizá mañana se haga más oficial ese acto, pero sólo con el entusiasmo y la amistad de un grupo de nalonianos, esa realidad ya pervive en sí misma.

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