Vegadeo, T. CASCUDO

Para muchos ayer fue su primera fiesta del trabajo como trabajadores autónomos. La situación de desaceleración que vive la economía española y el alza de los precios no han conseguido frenar la iniciativa emprendedora, aunque sí que han vuelto más cautos a los que se lanzan a la aventura empresarial.

Los datos comarcales siguen siendo positivos. El «Proder» Navia-Porcía cuantifica 206 proyectos desde el inicio del programa en el año 2000. Por su parte, el programa «Leader» Oscos-Eo contaba a finales del año 2007 con 99 proyectos aprobados, de los que 52 se corresponden con iniciativas empresariales.

Las características de la comarca occidental condicionan el tamaño de las iniciativas. Suelen ser pequeños proyectos de autoempleo, que generan pequeña y mediana empresa. El turismo sigue siendo una de las actividades más destacadas; en Oscos-Eo representa un tercio de las iniciativas y en el Navia-Porcía, la mitad, pese a que suponen un volumen de inversión mayor.

Otra característica común en ambas comarcas es que la mayor parte de los nuevos proyectos están liderados por mujeres. Las razones para emprender son muy diversas: algunos rompen con su situación de asalariados una vez conocen a la perfección un determinado negocio y se instalan por su cuenta; otros se aventuran en un nuevo sector intentando cubrir los huecos libres del mercado y también hay quien apuesta por la iniciativa empresarial como alternativa para no abandonar un determinado territorio con pocas oportunidades.

Pero lo que suele ser común a todos es el volumen de papeles al que obliga la generación de un nuevo negocio. La burocracia es uno de los principales enemigos del emprendedor y suele frenar y ralentizar la apertura de nuevos establecimientos. Es el caso de María del Carmen Veiguela, que empezó a plantearse la creación de unos apartamentos turísticos en Vegadeo hace cinco años. Explica que el emprendedor debería conocer bien su situación y empezar a formarse con antelación al inicio de los trámites.

Lo que también comparte el emprendedor es esa mezcla entre ilusión y miedo. Por un lado, son incapaces de retener su ansia por innovar y aportar ideas; por otro están las dudas y los temores ante el futuro de un negocio en el que han invertido mucho dinero y mucho tiempo.

Ribadeo,

T. CASCUDO

Chema Quintana trabajaba desde hacía diez años en el sector de la imprenta. Su experiencia y conocimientos fueron claves para decidirse a tomar las riendas de su propio negocio.

A principios de año, este castropolense de 31 años inauguró la imprenta Medias Tintas en Ribadeo. Asegura que «tenía y tengo bastante preocupación por lo que está pasando con la economía, sé que no es un buen momento para un proyecto y soy consciente de que tendremos que apretarnos el cinturón durante unos cuantos años». Pero los temores se compensan con la ilusión que ha puesto en esta aventura y con «la necesidad personal de superación» con que la afronta. Espera que su proyecto empresarial crezca al ritmo que marquen sus clientes y en que el negocio marche bien.

Pese a todo, asegura que «sí he percibido signos de crisis, especialmente en la petición de presupuestos. La gente va cada vez más justa».

En su sector la consigna es que, a más cantidad encargada, más barata sale la unidad, pero «a la gente ya no le convence, no pueden pagar más y prefieren ir día a día», añade.

Vegadeo,

T. CASCUDO

María del Carmen Veiguela adquirió hace quince años una casona en pleno casco urbano de Vegadeo. Gracias a la experiencia de su hija, comprendió que los apartamentos son la fórmula turística más adaptada a los jóvenes y se lanzó a transformar la casa en seis apartamentos dotados con todas las comodidades.

La inauguración de Apartamentos Albariño fue en Semana Santa. Con ellos, Veiguela pudo hacer realidad, a sus 55 años, una inquietud empresarial que la acompaña desde joven.

Asegura que la economía es uno de los motivos por los que han decidido ser cautos: «Queremos completar el negocio con una cafetería o vinatería en la planta baja, pero, de momento, lo tenemos parado para ir viendo cómo evoluciona el sector». Explica que, pese a que existen ayudas económicas para el emprendedor, «falta una guía para enseñarte a enfocar la iniciativa porque, si no, vas ciego».

El primer año es clave para el éxito de un nuevo negocio, pero a Veiguela no le faltan ilusión y satisfacción en su faceta como empresaria.

Sampol (Boal),

T. CASCUDO

«Abrimos la chacinería para intentar ofrecer un futuro a nuestros hijos sin que tuviesen que marcharse de aquí». Así explica Gonzalina Fernández el motivo por el que se lanzó a crear una chacinería en el pequeño pueblo boalense de Sampol.

Pico de Fiel es la marca comercial con la que comercializan los embutidos de cerdo que Fernández fabrica con ayuda de su marido, sus hijos y su nuera. Una empresa familiar que apuesta por el desarrollo sostenible.

«Teníamos la ganadería, así que decidimos dar un paso más y hacer un producto artesano, de toda la vida». Chorizos, morcilla, chosco, botelo y lomos salados ya han empezado a salir de esta fábrica boalense.

Pico de Fiel es un proyecto que se gesta desde hace cuatro años y para el que hizo falta «mucha ilusión y pensar siempre que iba a salir adelante», explica Fernández. Esta boalesa está contenta con la evolución del negocio, aunque, matiza, «al principio es todo desconocido y desde que aprendes te das cuenta de que podías haber hecho las cosas mejor».