Cangas del Narcea,

Pepe RODRÍGUEZ

Cientos de truchas han sido halladas muertas en el río Narcea, aguas abajo del desagüe de la depuradora de Corias, desde el pasado viernes. La voz de alarma la dio un pescador de la asociación «Fuentes del Narcea» que bajó a la zona de pesca sin muerte y comprobó que había varios ejemplares muertos. La asociación denunció el hecho al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) y a la Guardería del Principado, que ya habían tomado alguna muestra del agua y de los animales. Según ha ido transcurriendo los días, sin embargo, la realidad ha ido revelándose más y más espeluznante. Lo que empezó como una docena de truchas muertas se ha convertido en una auténtica debacle ecológica. Se mire el pozo que se mire, el número de cadáveres de peces resulta incontable.

La investigación permanece abierta y aún no ha señalado ningún culpable, al menos de manera oficial. Para Manuel Fidalgo, presidente de la asociación, y Román Herrero, vicepresidente, es muy importante «determinar, cuanto antes, qué es lo que ha pasado y buscar al responsable. No podemos permitir que esto vuelva a suceder. No sabemos si es intencionado o no, no sabemos si es un vertido o no, no sabemos si están afectados 200 metros o un kilómetro, no sabemos si tiene relación con el hecho de que las truchas estén todas más abajo del desagüe de la depuradora... pero alguien tiene que explicar esto, y si hay un culpable que lo ha hecho a sabiendas, que pague como merece». En opinión de estos dos grandes amantes del río, «estamos hablando de una catástrofe ecológica. No sólo han muerto centenares de ejemplares, lo cual ya es suficientemente malo dada la situación del río, sino que este hecho va a incidir de manera directa en el ciclo reproductor, «pues estas truchas van a desovar hasta más arriba».

Esto es debido a que, al parecer, «son truchas extraordinarias las de esta parte del Narcea, de un tamaño soberbio, muy fuertes, que siempre han servido para mantener a la especie porque ocupaban las zonas de freza hasta incluso la zona del cementerio». La conclusión a esta reflexión la pone Herrero al explicar que «miles de alevines sufrirán las consecuencias al no conseguir salir al río y eso es muy peligroso para la especie tal y como está ahora mismo».

Fidalgo y Herrero exigen «un estudio riguroso del estado actual del río, si se han visto afectados los invertebrados o no, que es el sustento de las truchas, y que se realice, de forma urgente, un plan de recuperación de esta zona del cauce».

Debido al olor de las truchas ambos creen que el supuesto vertido se produjo en fecha anterior al viernes pasado: «Huelen muchísimo para ser de hace una semana; además, no todas están en el mismo estado de descomposición, por lo que es posible que la muerte sea en fechas diferentes, y eso sería aún más grave. Esto es un cementerio, es una auténtica tragedia ecológica que debe tener consecuencias serias y que nunca, nunca más se repita algo similar».