Luarca (Valdés),

A. M. SERRANO

A «Villa Excelsior» no le faltaba de nada. La casa de indianos más ostentosa de cuantas pueblan el concejo en Valdés, construida en 1912, siempre llamó la atención por su grandeza, por su lujo y también por su historia. Manuel Méndez de Andés, indiano enriquecido en Argentina, volvió a su Luarca de origen con su familia (su esposa y sus cinco hijos) en la segunda década del siglo pasado. «Villa Excelsior», diseñada por uno de los arquitectos más notables de la época, Manuel del Busto, estaba concebida para ser su palacio particular, una mansión que él había construido según su capricho y que respondía a su clase social y su riqueza. Sus muebles fueron comprados en Londres, en la casa Maple, y llegaron a Luarca en barco. Cuando se inauguró, tenía billar y una cuadra para los caballos del acaudalado Manuel Méndez de Andés, decorada con azulejos de la Cartuja de Sevilla.

El indiano hizo una gran riqueza en Argentina. En este país tenía una fábrica de tabaco, La Abundancia, que comercializaba los cigarros Excelsior. De ahí el nombre de un palacio que hoy ha sido comprado por una empresa constructora y que, tras décadas de abandono, inicia su restauración. Para llegar a este destino, la villa «de la cúpula verde», como es conocida en Luarca por tener una torre cubierta con azulejo de ese color, tuvo que sufrir el paso implacable del tiempo y el abandono. Fue saqueada, y cuentan que en sucesivas ocasiones llegaron a entrar en la finca, saltando la alta verja, para hacerse con lo poco que allí quedaba. «Villa Excelsior», casi abandonada, resistió estos embates. En ella acabó viviendo una de las hijas del matrimonio que mandó construir la casona. Después, pasó a manos de cinco nietos del indiano, que tardaron años en resolver el destino de «Villa Excelsior». En el seno familiar se debatieron varias ofertas cuando la venta parecía ser el único modo de que la casa permaneciera en pie. Finalmente, esta venta se realizó hace unos meses.

Barcellina, donde se ubica la mansión, era a principios del siglo XX un pequeño pueblo de Valdés, cercano a la villa de Luarca pero rural, donde se disponía de grandes terrenos para hacer lo que los indianos ansiaban a su retorno de las Américas: un gran palacio, algo que reflejara su riqueza y su gusto.

El cronista oficial de Valdés, Modesto González, también historiador de arte, recuerda que ésta fue una de las obras más fetichistas del arquitecto Manuel del Busto: «Una espectacular construcción que constituye uno de los conjuntos más representativos en Asturias en lo que entendemos como arquitectura de indianos».

Su planta, que mide 30 metros de largo por 20 de ancho, está siendo restaurada. «Villa Excelsior» tendrá una segunda vida.