Tineo,

Pepe RODRÍGUEZ

Marta Rodríguez González expone, estos días, su obra pictórica en la Casa de Cultura de Tineo. Este hecho en sí mismo no tiene nada de especial, pero se da la circunstancia de que Marta padece la enfermedad de Parkinson.

Marta Rodríguez González nació hace 63 años en casa «La Chata», en el pueblo de Corias, en Cangas del Narcea, aunque vive en Tineo desde el año 1971, cuando se casó. Tiene dos hijos y una hija y ya puede lucir tres nietas. En el año 2007 le fue detectada la enfermedad de Parkinson y, desde entonces, se ha propuesto aprovechar la vida en un aspecto al que nunca había pensado dedicarle su tiempo: el arte.

Pasado el miedo inherente al diagnóstico de la enfermedad, Marta Rodríguez se puso a pintar y a escribir cuentos y poesía. De hecho, la Asociación Conde Campomanes también le ha editado un libro con su obra literaria.

En la Casa de Culutra de Tineo hay 20 cuadros de entre todos los que ha hecho. Se trata de paisajes, bodegones, jarrones, dibujos infantiles para sus nietas y un par de ellos muy especiales relacionados con el Parkinson. Uno emula los ejercicios que, médicamente, le han prescrito y otro son sus manos dibujadas, una de ellas, la izquierda, con una cara tenebrosa en su centro. Marta Rodríguez explica que «son una mano miedosa y otra alegre. Cuando empecé a ir al médico estaba muy asustada porque notaba que la mano izquierda me temblaba. Por eso hice este cuadro».

Pero Marta no quiere, en absoluto, que eso sea lo que guíe al visitante: «al principio yo no quería que se expusiesen, me parecía que lo mío era poca cosa. Y, además, tenía miedo de estar aquí, de la reacción de la gente; porque si dicen que esto es muy malo, perfecto, no hay problema, pero me pondría furiosa si escuchase algo del tipo «pues no está mal para tener Parkinson», eso no lo toleraría», comenta.

Porque esta joven pintora, ya que no lleva en este arte ni un lustro, vive de forma jovial y transmite una ilusión que nada tiene que ver con la resignación o la tristeza. Así lo hace cuando describe cómo trabaja, cómo puede enfrentarse al lienzo sabiendo que tendrá que retocar los trazos: «yo no lo pongo en caballete sino en una mesa, aunque tengo que levantarlo de vez en cuando para ver la perspectiva. A veces se me va la mano, temblando, y digo: «estate quieta, condenada, ¿a dónde vas?», y corrijo y sigo».

Ahora está pensando en tomar clases, porque todo su trabajo, hasta el momento es autodidacta. Quiere aprender a hacer las sombras y las luces, «es lo que peor me sale», porque quiere seguir profundizando en algo que le resulta tan placentero. De hecho, no cree que sea sólo su enfermedad la que la ha empujado a dibujar: «a mí siempre me gustó, desde pequeña, y tampoco te creas que tuve tanto tiempo, con los hijos y demás, para dedicarme a esto».

La actividad de Marta Rodríguez no cesa. Además de la pintura y la poesía va a clases de solfeo y aprende música, y es una activa contribuyente a la comunidad de facebook del suroccidente de Asturias, aunque, como ella dice, «un poco nada más todos los días porque hay gente que está horas y horas con el ordenador, y tampoco es eso».

Tanto la obra pictórica expuesta en la Casa de Cultura de Tineo como el libro de poemas «Florilegio poético» muestran la pasión de Marta Rodríguez y su capacidad para no dejar que el Parkinson guíe su vida. Los cuadros no están a la venta porque la propia Marta no quiere que se les de valor económico, «no creo que sean para tanto».