Boal,

T. CASCUDO

Los padres de Boal han vuelto a levantarse en pie de guerra ante el nuevo intento de la Consejería de Educación de suprimir una de las dos unidades de Educación Infantil del colegio público Carlos Bousoño. La Administración regional acaba de remitir al centro las previsiones de plantilla para el curso 2012-2013 y en ellas no figura uno de los dos docentes asociados al ciclo de Infantil. Los padres advierten de que pelearán para evitar el recorte, como ya hicieran el año pasado.

Y no estarán sólos en la pelea, ya que también el Ayuntamiento respalda su lucha. El regidor boalés, José Antonio Barrientos (PSOE), asegura que respaldará la decisión que adopten las familias y la directiva del centro para evitar la reducción de la plantilla. «Es importante evitar la pérdida de esa unidad. En la zona rural cada servicio que se pierde es un atractivo menos para la población», sostiene. El regidor también destaca que la pérdida de un docente supondrá una merma de la calidad de la enseñanza, dado que se reunirían en una misma aula alumnos de edades diferentes y, por tanto, con necesidades educativas dispares.

Actualmente existen dos unidades de Infantil para los tres cursos, correspondientes a las edades de 3, 4 y 5 años. Educación ya trató el curso pasado de suprimir un docente, amparándose en el incumplimiento de la ratio de 16 alumnos que establece la ley. Al final, Educación dio marcha atrás. Los padres aseguran no comprender por qué se vuelve a plantear lo mismo, cuando la previsión para el curso próximo es la de mantener los 16 alumnos. El centro ya ha hecho números y sabe que se perderá seis niños que terminan Infantil y pasan a Primaria, pero hay otros seis que comienzan la edad escolar.

La portavoz de las familias, Irma García, explica que la Consejería de Educación ha dado de plazo hasta el día 22 de febrero para presentar las alegaciones oportunas de cara a evitar la supresión de una unidad de Infantil. «Es un recorte que no está justificado porque se cumple la ratio. Estamos demasiado acostumbrados a que los políticos tomen estas decisiones sin conocer el territorio ni sus circunstancias», precisa García.

Según las familias, es fundamental mantener esta segunda unidad y por eso piden a la Administración regional que en las zonas rurales no sea tan exigente con el cumplimiento de la ratio. «El año pasado plantearon la supresión porque nos faltaba un alumno, cuando luego, en septiembre, se logró. Aquí la población fluctúa mucho y, si recortamos en servicios, evitamos que la población se asiente en la zona, que es lo que se busca», reprocha García.

Además, los padres hacen hincapié en que eliminar un docente supone un paso atrás en la calidad de la educación. «Provocará que haya que juntar en un aula a niños de 3, 4 y 5 años, con lo que será difícil cumplir los objetivos educativos. La calidad de la enseñanza se resentiría mucho», afirman.

Los padres y la directiva del centro mantendrán una reunión en los próximos días para tratar este asunto. Esperarán a tener la respuesta definitiva de la Consejería de Educación antes de emprender movilizaciones, pero no pararán hasta conseguir que se mantenga el número de docentes. El curso pasado el pueblo de Boal dio una lección de unidad para frenar cualquier recorte en materia educativa y los padres esperan contar con el mismo respaldo en esta nueva batalla.

Los conflictos con Educación no son nuevos en Boal, ya que a la lucha frente a la amenaza de suprimir una unidad en Infantil se suma la del Bachillerato. El pueblo se ha manifestado en dos ocasiones para evitar el cierre del Bachillerato y el traslado de los estudiantes a Navia. En ambos casos ganaron los boaleses.