Las próximas elecciones autonómicas tienen un pronóstico incierto. Cabe el triunfo, nuevamente, de Foro, cabe que el PP suba al nivel de las generales, cabe que el PSOE, esta vez sí, obtenga mayoría de diputados. En todo caso, del resultado del 25-M, se avecina una mayoría de complicada composición.

Gane quien gane, quien seguro perderá será Asturias y todos los asturianos, y unos más que otros. El Occidente, ya de por sí deprimido, ya de por sí olvidado, es para los partidos políticos, una parte incómoda de la geografía asturiana, a la que se acude sólo en tiempos de cosecha de votos.

El partido de Cascos, responsable de este absurdo concurso electoral al que somete al pueblo asturiano, no va a decir el motivo real de esta convocatoria; el argumento de ausencia de presupuestos se desinfla solo, montones de ayuntamientos viven sin presupuestos y el propio Estado carece de él y nada impide tomar medidas a destajo. Ya no hay fórmulas de solución para El Bao, ni posicionamiento respecto a la mina de Salave, ni sobre el sangrante drama del desempleo.

En el PSOE está prohibido que nadie se refiera al distanciamiento de todo lo que suene a arecismo, bajo cuyo paraguas se cobijaron cómodamente durante 12 largos y nefastos años. Vana espera la de los agricultores de Tineo y Valdés que anime su esfuerzo infructuoso, y la de la flota de Puerto de Vega y Luarca en su precaria situación, y el huérfano turismo rural en zonas como los Oscos y Taramundi ante la ausencia total de clientes.

Todo el mundo se pregunta qué influjo se ha producido en el PP para que Cherines haya elaborado una lista tal como la pidió en su día Cascos. Algo se oculta que no se dice en este tejemaneje. Tampoco se disipa la alarma que se cierne sobre el Hospital de Jarrio, ni hay compromiso para los colegios públicos deteriorados por el paso del tiempo, ni se amaina la zozobra que ahoga a los mayores en el final de sus días.

Sí nos aturdirán revolviendo casos como el 11-M, en referencia a la candidata del PP, implicando a Cascos en el «caso Correa», salpicando todo lo posible al PSOE en el «Marea». Reproches fétidos y alejados cada día más de los problemas que preocupan a los votantes.