Cornellana (Salas),

Lorena VALDÉS

No iba de farol. Enrique García, el pescador que capturó la mañana del domingo el campanu de Asturias en el pozo «Los kiwis» en el río Narcea, se hubiera «comido el salmón en casa» si no hubiese logrado los 6.000 euros que exigió por la pieza de 6,7 kilos y que finalmente le pagó el dueño de la carnicería avilesina Delfina, Vicente Cueto, que se encontraba entre el público.

«No fue un capricho, simplemente me negaba a participar en una subasta en la que la mayoría de los que participan vienen a chupar cámara a cambio de nada. Tengo miedo que hubiese un complot entre los pujadores para no darme lo que yo pedía», argumenta el pescador, que ayer probaba fortuna de nuevo en La Columna en el Narcea, muy cerca de donde pescó el primer salmón de la temporada de este año.

El ribereño de 64 años «fió» el campanu al carnicero de Avilés, que no llevaba encima los 6.000 euros con los que pujó por la pieza, ya que no era su intención participar en la subasta. «A las ocho y media de la tarde ya estaba en mi casa con el dinero», afirma García muy satisfecho con el apoyo del público, que abucheó a los participantes de la subasta por no subir el precio de 5.500 euros. «¡Qué menos que 6.000 euros por el campanu de Asturias. Esto sólo te pasa una vez en la vida y la gente apoyó mi decisión de rebelarme y defender el orgullo de los pescadores y del salmón!», sentencia.

La subasta del campanu fue el plato fuerte de la primera edición de Capenastur, que se celebró el fin de semana en el prao del Convento, detrás del monasterio de San Salvador de Cornellana. Una feria que visitaron un total de 6.600 personas, según los datos de la organización. «Es una cifra muy buena, sobre todo si tenemos en cuenta que el tiempo no acompañó», afirma Ángeles Fernández, directora de la feria y concejala de Foro Asturias en el Ayuntamiento de Salas.

La edil destaca que «la gran diversidad de expositores, la amplia programación de actividades que se ofertó al público durante los tres días que duró la feria, así como la implicación de organismos públicos y privados fueron las claves del éxito de Capenastur».

Encargada de la subasta del campanu, la directora de la feria confiesa que la puja fue muy intensa y que pasó muchos nervios. «Estoy muy contenta de que al final el pescador lograse los 6.000 euros que quería», concluye Fernández, que llegó a animar incluso a los pujadores para que levantasen su tableta. Al final, el carnicero dio el campanazo y se llevó el campanu.

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