Los setos de carteles que habían florecido en vísperas de elecciones han desaparecido. Han quitado los tableros, las flores y hasta los capullos. Se acabó la primavera política y la realidad gris retorna. Se marchitaron las promesas y vuelven las peticiones de sacrificios. Cada cargo político se siente Moisés exhortando a los ciudadanos a seguirlo a través del desierto. El patriarca bíblico, sin embargo, caminaba delante de su pueblo sin más lujo que su báculo y éstos quieren viajar en palanquín y que nosotros tiremos de él. Para pedir a la gente que soporte el hambre y las penurias hace falta una autoridad moral que se gana con el ejemplo. No se puede coser a impuestos a los que pagan e indultar a los que defraudan. No se puede negociar rebajas de sueldo y recortes salariales después de colocar a los colegas en liberaciones a medida. Cuando vea a uno con sandalias, con cayado y caminando, quizá lo siga, pero no me apetece ir detrás de una carroza chupando el polvo.