Canero (Valdés)

La pasión de Margarita Salas (Canero, 1938) por la Ciencia permanece intacta pese al paso de los años. La discípula del premio Nobel de Medicina Severo Ochoa empezó en esto en los años sesenta. Desde entonces, no ha parado. Hoy observa con preocupación cómo la apuesta pública por la investigación se reduce, precisamente en un momento en el que la Ciencia «está cerca» de dar solución a graves problemas, entre ellos el cáncer.

-Los recortes derivados de la crisis llegan también a la Ciencia.

-La Ciencia está teniendo problemas para desarrollarse. Disminuye la financiación y hay investigadores que no pueden continuar. Los jóvenes que deseen investigar o que ya han empezado a hacerlo tienen un futuro incierto. Tendrán que salir al extranjero. Es bueno salir, pero también volver. Corremos el riesgo de perder toda una generación de investigadores muy bien formados.

-¿Qué consecuencias puede tener eso para España?

-Es un retroceso. Estábamos avanzando mucho con respecto a los años setenta. Si se sigue reduciendo el apoyo público, algunas investigaciones se perderán, se quedarán por el camino.

-En los últimos años parecía que existía más conciencia sobre la importacia de apostar por la Ciencia para desarrollar un país.

-Sí. Pero en España siempre se invirtió poco y, a pesar de todo, se hace buena investigación. Hay calidad, pero falla la cantidad y ahora que apenas hay financiación los jóvenes no tienen salida.

-Sostiene que hay investigación de calidad en España. ¿Se da poco a conocer?

-En la biomedicina se hace muy buen trabajo. En la investigación del cáncer o en neurociencia hay grupos punteros. Pero si no hay renovación, no hay trabajo.

-Algunos investigadores creen que la crisis frena líneas de investigación, pero permite estudiar los datos obtenidos hasta ahora, reflexionar sobre lo hecho.

-No, no. No creo que parar investigaciones sea algo bueno. Hay que trabajar siempre, y eso lo decía Severo Ochoa, «hay que hacer investigación básica de calidad y dejar al profesional hacer las cosas de forma libre». El investigador debe trabajar sobre lo que considera más adecuado. No hay que dirigirle ni hacer planes concretos. El investigador debe ser, siempre, libre.

-En el terreno médico, ¿los médicos se interesan por la Ciencia? En algunos casos fallan las conexiones entre ciencia y avances, y entre medicina y aplicaciones prácticas de los sistemas que en laboratorio dan resultados.

-Hay un problema de implicación de los hospitales. Se ha avanzado mucho, pero habría que poner más esfuerzo y dinero para investigar en los centros hospitalarios.

-Y las empresas, ¿se interesan o sigue siendo muy costoso poner en el mercado determinados avances?

-Si hay investigación eficaz y da resultados, las empresas son las primeras interesadas en acercarse para recoger los frutos. La iniciativa privada sí está pendiente.

-La salud es una de las grandes preocupaciones de la sociedad. Los investigadores aseguran que se podrán fabricar órganos casi en serie en unas décadas.

-La medicina regenerativa con células madre es un futuro posible, pero no una realidad inmediata. Se llegará a tener soluciones para una serie de enfermedades. Con el conocimiento del genoma se diagnostican enfermedades genéticas; y sí, se pueden predecir y curar.

-Sobre el cáncer...

-El cáncer se cura. Pero debemos tener presente que no va a desaparecer porque es algo que se debe al envejecimiento y a una serie de mutaciones que se producen en la vida del individuo. Se está curando ahora y se podrá curar en el futuro. Pero es importante diagnosticarlo a tiempo y que se hagan tratamientos no prácticos sino personalizados. Es decir, tratamientos adecuados para cada enfermo, no el mismo para todos.

-¿Será algo muy costoso?

-Ya se puede hacer el análisis genético de las personas para saber qué mutaciones tienen y tal vez a finales de este año se pueda hacer la secuencia de un genoma humano por 1.000 dólares. Es un precio asumible. En los hospitales, se hacen otros análisis más caros.

-El ambiente es determinante para ciertas enfermedades.

-Es importante. No sólo por lo nocivo que aporte en sí, sino porque somos el resultado de nuestra genética y del ambiente. Una cosa es la secuencia del genoma humano, con el que nacemos, y otra cosa son las modificaciones del genoma humano a lo largo del desarrollo de un individuo. El cáncer de origen genético representa sólo entre el cinco y el 10 por ciento de los diagnosticados; los otros, se desarrollan a lo largo de la vida.

-Vive en Madrid. Es usted de Canero y pasó parte de su infancia en Gijón. ¿Cómo ve Asturias?

-En investigación bien porque se hacen buenos trabajos y hay grupos estupendos. Lo que hay que hacer es seguir apoyándolos. La investigación no sólo se puede apoyar desde el Estado, también a nivel de comunidades autónomas. En este sentido, las autonomías tienen que favorecer y apoyar la investigación de su región.

-La Universidad de Oviedo se queja de falta de ingresos y de una apuesta económica clara por la institución.

-Hay universidades que sufrirán mucho sin la financiación que tenían hasta ahora. En los organismos públicos la investigación se obtiene a través de financiación con competitividad, es decir, presentamos un proyecto y, si es adecuado, después de una revisión se concede o no la ayuda. Luego hay autonomías que se gastan más y otras que se gastan menos.

-Los jóvenes tienen una crisis por delante. ¿Cambiará el mercado de trabajo de los científicos?

-Hoy en día los jóvenes lo tienen difícil, pero una persona interesada y motivada por la Ciencia debe seguir adelante. El que vale y trabaja saldrá adelante, igual no en España, pero sí en el extranjero. Será una pena que los jóvenes que preparamos con doctorados se vayan porque los perderemos para siempre. Es una inversión que España ha hecho y lo lógico sería recuperarlos.

-No es usted partidaria de las cuotas.

-Creo que las mujeres tenemos que estar donde lo merecemos, y no por cuotas. Cuando me dieron la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, el ministro de entonces me dijo: «Además, nos viene bien porque es mujer». Yo le dije: «Si me da la medalla por ser mujer, no la quiero». Después dijo que no, claro, que no me la concedían por eso. Todavía tenemos mucho que trabajar.

«La vocación se hace»

Margarita Salas es una investigadora premiada y reconocida. Según dice, le costó aceptar cargos en instituciones, pero, finalmente, acabó asumiendo trabajos. Es investigadora desde el inicio de su vida profesional, que empezó en Estados Unidos de la mano del premio Nobel de Medicina (1959) Severo Ochoa. «Siempre digo que la vocación no nace, se hace», dice sobre su entusiasmo por la bioquímica. «A mí me vino con el trabajo y la investigación». Vive en Madrid desde hace décadas y viaja todos los años a Asturias. Nació en Canero, un pequeño pueblo de Valdés del que guarda un recuerdo especial.