La energía es algo que no vemos, que no palpamos, pero sin la que sería imposible vivir. La sociedad ha disparado su demanda en el último siglo. Necesitamos energía para todo. No sólo para correr o saltar (el humano también la genera por sí mismo), también para trabajar, para estudiar, para desplazarse, en definitiva, para vivir.

Las fuentes clásicas de energía (no renovables y que están en la Tierra) se agotan y las renovables no están implantadas a la escala necesaria. Por eso, conviene reducir el consumo. Raquel Gutiérrez y Marco Suárez, de la Fundación EDP, transmitieron ayer este mensaje a los alumnos de segundo de primaria del Colegio Chamberí de Salas. Es decir, "para que la Tierra no esté cada vez más pachucha, tenemos que hacer un consumo de energía responsable", resumieron.

El mensaje está dirigido a los más pequeños, porque son ellos los que tienen que empezar a cuidar un planeta que agoniza. Para ahorrar energía y hacer sufrir menos a la Tierra (y de paso reducir la factura de la luz un 20 por ciento) conviene trabajar sobre los hábitos. "Tenemos que saber que no podemos estar todo el rato con la nevera abierta para coger algo, porque eso genera gasto energético. Es mejor pensar primero qué queremos", dijo Marco Suárez a modo de ejemplo. Para ahorrar, las pautas son sencillas. Hay que ducharse en vez de bañarse; apagar las luces si no son necesarias y también el ordenador o las consolas, aunque sea por media hora. Todo suma.

Los alumnos se comprometieron a hacer las cosas bien y ser responsables con el planeta que habitan. El mensaje ha llegado de momento a unos 36.000 escolares de entre seis y diez años. Además de Asturias, los talleres dirigidos por la Fundación se imparten en Cantabria, País Vasco, Murcia y Madrid. Se trata de concienciar a los más pequeños. Andrés Larrota y su compañero Nicolás Suárez, en primera fila del grupo, escucharon atentos los mensajes y firmaron un compromiso con la Tierra. A partir de ahora desenchufarán los instrumentos electrónicos que no utilicen. "La Tierra nos da muchas cosas y tenemos que cuidarla", concluyó Gutiérrez.

Un globo que emulaba el planeta rodó por la sala donde se impartió el taller. Los alumnos saben ahora que para mantener la Tierra tan sana como parecía el globo, hay que trabajar. Sólo les piden unos hábitos que tendrán que transmitir a los que nos los tengan en cuenta en su día a día.