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Lidia Anes: "Gonzalo era excepcional, con una asombrosa capacidad de trabajo"

La sobrina del ilustre académico coañés realiza en Ortiguera un emotivo retrato personal del marqués de Castrillón al año de su fallecimiento

La imagen muestra a un Gonzalo Anes sonriente, pletórico, pie a tierra sobre una bicicleta de paseo, en el balcón de la playa de Barayo. Corresponde a los años ochenta, cuando el catedrático disfrutaba recorriendo los senderos de la costa naviega, partiendo siempre desde su casa de Andés. "Ése es el Gonzalo vital, el auténtico, el que debe permanecer en el recuerdo de las generaciones futuras", señaló, con la voz tomada por la emoción, Lidia Anes, historiadora y sobrina del insigne coañés, que ayer esbozó el perfil más cercano y emotivo posible de la figura de Anes. Al cumplirse un año de su fallecimiento, el Ayuntamiento de Coaña rindió un sencillo y sincero homenaje a su Hijo Predilecto en la biblioteca que lleva su nombre.

"Era una persona excepcional, con una asombrosa capacidad de trabajo, una curiosidad insaciable y una clarividencia para ver más allá del resto de personas", describió Lidia Anes, que se implicó en cuerpo y alma para ofrecer la faceta más personal e íntima de Gonzalo "como todos lo conocíais". Desde apuntes biográficos, como la gran influencia de su madre Magdalena en sus primeros contactos con los libros, a un repaso por su carrera académica, sin olvidarse de su pasión por las casas solariegas, la profesora titular de la Universidad de Castilla-La Mancha aportó todo tipo de datos y anécdotas, que hicieron reír, añorar y llorar al público, en el que se encontraban vecinos, amigos y familiares del catedrático.

"Cuando Gonzalo se perdía de pequeño sabían dónde ir a encontrarlo: a las casas de los vecinos más mayores, donde escuchaba y memorizaba todos los dichos, costumbres y chascarrillos de la zona. Esa sabiduría para escuchar a los demás es algo que siempre conservó", reseñó Lidia Anes, que sumó, entre sus virtudes, las de ser "simpático, ocurrente, ingenioso sin perder nunca la elegancia, y preocuparse siempre por quienes le rodeaban".

No eludió el semblante sobre el insigne coañés sus momentos más difíciles al frente de la Real Academia de la Historia, cuando se generó una gran polémica al calor de la publicación de un diccionario biográfico. "Era un hijo para él, su gran proyecto. Lo que sucedió destapó muchas deslealtades y se convirtió en una de las grandes injusticias culturales de nuestro tiempo", lamentó Anes, que defendió la gestión del coañés al frente de la institución "a la que modernizó y abrió al mundo".

Era común verlo departiendo con los vecinos de la comarca, tan a gusto, o más, que con las élites políticas y económicas, y no desperdiciaba una hora de sol para trasplantar una camelia o limpiar las malas hierbas.

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