La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La falta de cura dejó a Illano y Boal sin misa de Todos los Santos

Los vecinos reclaman "más atención" Silvón (Boal) celebró el oficio una semana antes por un viaje del párroco

Juan Luis Monzón. G. GARCÍA

Plantados frente al altar, pero por el cura, se quedaron este pasado fin de semana numerosos vecinos de Boal e Illano. La falta de efectivos eclesiásticos obligó a suspender o adelantar varias celebraciones religiosas en la cuenca del Navia, lo que ha generado preocupación entre los vecinos, que piden "más atención" para sus parroquias. Los sacerdotes señalan que no hay lugar para preocuparse, y que de momento los servicios "básicos" están bien cubiertos.

En el concejo de Boal e Illano el sacerdocio está en cuadro. A la baja por enfermedad del párroco José Vicente Iglesias, titular, entre otras, de la capital del concejo, se suma la ausencia durante este mes del cura de Doiras Adán Fernández. La situación ha causado algún quebradero de cabeza a las autoridades religiosas, y mucho malestar entre los feligreses, que se quejan del abandono espiritual de la zona.

En Silvón (Boal), el párroco de Doiras, ante su inminente marcha, decidió adelantar una semana la misa de Todos los Santos, para que los fieles la pudiesen celebrar en su pequeña capilla. "Aquí no se vio nada igual", señala una vecina de la localidad, que reconoce que "la gente protestó" e indica que "lo más apropiado sería poner a un sustituto" durante todo este tiempo en el que los titulares no están disponibles tras el altar.

Al menos en Silvón pudieron acudir a misa. No tuvieron tanta suerte en Cedemonio, al otro lado del embalse de Doiras y ya dentro de Illano. Allí, la sorpresa fue mayúscula, sólo superada por la decepción, cuando comprobaron que se quedarían sin celebración por ausencia de un sacerdote que la oficiara. Nadie llegó a la iglesia de piedra del pueblo a las cuatro de la tarde del sábado, cuando estaba fijada la cita. En el pueblo lo achacan a "un malentendido" o a un descuido de fechas y horarios. "El que necesite un cura estos días se las tendrá que apañar", se comentó ayer en el bar del pueblo. "Estamos como un barco sin capitán, a la deriva", puntualizaba otro parroquiano.

Tampoco en Boal capital

La situación se repitió en la capital del concejo boalés, tres horas más tarde, a eso de las siete. Era sábado, la iglesia estaba llena de fieles, e incluso una familia se desplazó desde Gijón para participar en la misa de luto por una vecina fallecida. Cuando pasaban cuarenta y cinco minutos de la hora prevista para dar inicio al servicio, una llamada confirmó lo que muchos se temían: no habría misa por incomparecencia del sacerdote. No se había enviado a nadie para suplir a Don Vicente. El domingo, entonces sí, un sustituto acudió al concejo para oficiar misa en tres de las parroquias.

Lejos de ser algo extraordinario, la falta de personal eclesiástico es algo ya corriente en Boal. Hace poco más de un año, la larga enfermedad que separó durante siete meses del ejercicio a Don Vicente, que supera los 85 años, y el fallecimiento del anterior párroco de Doiras, José María Antón, dejó un agujero religioso en la comarca. Desde mediados del pasado mes de octubre, con la recaída del cura de Boal, la situación se repite.

"No debe haber ninguna preocupación entre los fieles. Nosotros nos ayudamos cuando alguien falta, siguiendo las órdenes del Arcipreste. Nos comunicamos y sabemos cuando alguien está o no está para suplirnos", explica Juan Luis Monzón, actualmente párroco de Villayón, que es quien cubre la ausencia de Adán Fernández en el concejo vecino.

Sin embargo, la preocupación de los feligreses no cesa. "Todos deseamos una pronta recuperación para Don Vicente, al que tenemos mucho cariño y gran reconocimiento. Pero sentimos una gran falta de atención para nuestra unión parroquial", señala la boalesa Amparo Díaz, que lamenta la "descoordinación y la falta de curas" que sufre la comarca. "Desearíamos que mejorase la atención, tanto a la liturgia como a la formación y a los edificios religiosos", añade. Ella fue una más de los fieles que se quedaron plantados en el templo boalés el pasado sábado, y espera que la situación no se repita. Lamenta, por último, que esto suceda en Boal, "donde la unión parroquial ha sido madre de muchas vocaciones sacerdotales".

Compartir el artículo

stats