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Tineo pueblo a pueblo

No hay hortaliza que se resista a Posada

La llamada localidad de "los cebolleros" por su fructífera huerta conserva bien hórreos y paneras, de lo que presumen sus vecinos

Manuel Fernández, María Elena Sierra, Constantino Menéndez, Geli Miranda y Toni Rodríguez.

Durante mucho tiempo, Posada, en Tineo, fue conocido como el pueblo de "los cebolleros" por su fructífera huerta. Bañada por el río Narcea, la localidad cuenta con una extensa vega en la que los vecinos se afanan en el cuidado de sus hortalizas. La cebolla y los tomates son algunos de los productos estrella de la zona, pero es difícil encontrar una planta que se le resista a la fértil tierra de Posada.

La mayor parte de los vecinos asistían semanalmente al mercado de Tineo para vender su producción y actualmente aún quedan varias mujeres en el pueblo que continúan con la tradición, y no se pierden ni un jueves en Tineo, sobre todo, en primavera. Luisa Muñiz, a sus 82 años, hace tan solo un par de años que dejó de asistir al mercado. "Íbamos todas las del pueblo, se vendía el cebollo, las castañas, tomates y todo lo que se recolectaba de la huerta y con lo que se sacaba se iban solventado muchos gastos de la casa", relata. Su vecina Pilar Fernández es una de las que continúa acudiendo a la plaza para vender algunas de sus hortalizas.

El pueblo cuenta además en sus proximidades con una central hidroeléctrica que hace unos años dio trabajo a la mayor parte de los jóvenes de la zona. "Aquí la gente vivió de la minería, de la central hidroeléctrica y de la térmica y unos poco mantuvieron algo de ganadería", comenta María Elena Sierra. En la actualidad, queda algún vecino con ganado y una buena parte de la población comenzó a emigrar con la disminución del trabajo en la zona. Así, de 31 casas que tiene el pueblo, 10 no están habitadas de forma continua y los jóvenes siguen marchándose. "El año pasado hubo un nacimiento en el pueblo después de 15 años", comenta María Elena Sierra.

Para sus vecinos, lo más llamativo del pueblo es la concentración de hórreos y paneras en buen estado que se conservan y las pasarelas que unen las viviendas con estas construcciones. "Llama mucho la atención que tenemos tres 'pontonáus' en el pueblo para unir las viviendas con las paneras", explica Toni Rodríguez, quien echa en falta la unión que existía hace años, que en la mayoría de las ocasiones se fraguaba en los dos chigres que tuvo Posada.

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