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El torneiro a media volta de Grandas

Arturo Iglesias, uno de los últimos artesanos del ramo, mantiene vivo el oficio tras aprender del maestro José María Muiña

El torneiro a media volta de Grandas

No es difícil encontrárselo bajo el hórreo, enfrascado en su trabajo, cubierto de virutas de madera. Arturo Iglesias es uno de los principales activos del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, en donde trabaja y realiza exhibiciones de tornería, principalmente en época vacacional. Es uno de los últimos torneiros, de los pocos que conservan en la comarca el saber hacer de siglos de historia trabajando la madera para dar vida a los objetos más comunes, pero también más necesarios: platos, vasos, cuencos o jarras. Iglesias es pieza clave de una exposición que repasa en el museo la importancia del oficio en el transcurrir de la historia, y su evolución durante siglos hasta su práctica desaparición a mediados del siglo pasado.

Arturo Iglesias, natural de la aldea grandalesa de Viladefondo, se dio de bruces con el oficio gracias al propio centro museístico en el que ahora trabaja. En su inauguración, a mediados de los ochenta, contempló ojiplático cómo uno de los torneiros de la comarca, José María Muiña, de Xestoselo, trabajaba con maestría la madera. Se quedó prendado al instante de aquella forma de trabajar. Nada más regresar a casa concibió su propio torno. Contaba con dieciséis años, una gran inquietud y muchas ganas de aprender el oficio. "Me gustó mucho verlo, y decidí hacerlo yo también. El torno es sencillo de hacer, y enseguida comencé con los primeros objetos, sobre todo cuencos y platos, que es lo más fácil", recuerda. José Naveiras, Pepe el Ferreiro, fue quien fabricó sus primeras herramientas.

Poco a poco, pieza a pieza, ha ido perfeccionando su técnica. Tras más de tres décadas de labor, puede elaborar todo tipo de objetos de madera, "sobre todo aquellos para los que se utilizaba el torno de media volta, que eran domésticos". Además de platos, cuencos, vasos, jarras, soperas, fiambreras, embudos, "viradeiras" (un plato con asa para dar la vuelta a las tortillas) o "trilladeiras", cuencos con una superficie elevada en el centro para cortar los alimentos. El torno de media volta es perfecto para este tipo de trabajos, "puesto que permite trabajar desde dos vueltas y media hasta un cuarto de vuelta, para actuar sólo en un lateral de la pieza", explica el torneiro.

El mecanismo del torno es muy simple. Funciona a partir de la fuerza generada por el propio artesano a través de su pierna, que conecta mediante una cinta de cuero con la guía sobre la que va la pieza. "Este trabajo tiene todo un proceso. Desde cortar la madera en determinada época para que no se apolille ni se agriete, hasta elegir el tipo de material ideal, porque no todas las maderas valen para las mismas piezas", explica Iglesias. Así, tira de producto de la zona, al utilizar piezas de abedul, castaño, cerezo, fresno o aliso. "Unas maderas son más duras de otras. De eso, y de la dificultad de la pieza, depende el tiempo que le echo a cada objeto. Va desde una hora, hasta un día entero", apunta. Lo más laborioso, dice Iglesias, son unas piezas grandes, llamadas canadas, que presentan un asa y un pitorro. Una vez concluida la creación, sobre madera verde, se debe dejar secar un año, y tras recibir un tratamiento con productos naturales, ya está lista para ser utilizada.

Arturo Iglesias recoge de este modo el legado de muchos torneiros que, hasta la mitad del siglo pasado, viajaban por la comarca ofreciendo, pueblo a pueblo, las piezas de menaje del hogar. Las propiedades del torno, muy fácil de transportar, hacían de estos artesanos auténticos trotamundos, poniendo al servicio de los vecinos su esfuerzo. Tan sólo había que llevarle la madera y pedirle que la transformase en el objeto deseado. Eran figuras muy conocidas en los concejos del Suroccidente, además de en Grandas de Salime, en Allande o Ibias. La entrada de las vajillas de cristal, metal o cerámica los abocó a la desaparición. Ahora tan sólo Iglesias continúa con la tradición. "Una de mis funciones en que no se pierda este tipo de trabajos, así como las piezas, las máquinas y las herramientas. Esa labor de difusión, además de en el propio centro grandalés, la desarrolla en una multitud de ferias y encuentros de artesanos, donde sorprende al público. "A la gente le gusta mucho ver el trabajo, pero luego la venta de piezas es un poco más complicada", bromea.

El Museo Etnográfico de Grandas expone, de forma esmerada y didáctica, una serie de materiales extraídos de los fondos propios en los que se relata el oficio de los torneiros, resaltando figuras como las del citado Muiña o la del allandés Emilio Gómez Cueto, de los que se conservan varias piezas. La muestra, que se mantendrá hasta el verano, se complementa con otro tipo de tornos y máquinas de trabajar la madera, todas recuperadas de la zona. Y durante Semana Santa y verano, el propio Arturo Iglesias trabajará en el torno de media volta, evitando que su oficio, y el de tantos otros en el pasado, caiga finalmente en el olvido.

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