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Cita familiar en Puerto de Vega

Los descendientes de Ramón Méndez y Natalia Martínez se reúnen en torno a una exposición que recopila su historia

Manuel Fernández, con la exposición de imágenes de su familia. G. GARCÍA

"Hoy empiezas vida nueva, muy diferente. Ten buena conducta, no obres nunca de ligero de andar, hoy en una casa y mañana en otra". Así empieza la carta, de puño y letra, que Ramón Méndez y Natalia Martínez entregaron a su hijo Servando, a principios del siglo pasado, cuando emigró a Puerto Rico desde Puerto de Vega.

El joven guardó aquella carta con los consejos de sus padres durante toda su vida. Hoy, la misiva está expuesta en Puerto de Vega, donde Manuel Fernández, descendiente de aquel matrimonio, guarda memoria gráfica de toda la historia familiar. Una historia que hoy se volverá a recordar en una reunión que unirá a ochenta miembros de la familia "Mendemar".

Quince años después de la primera reunión, la familia se vuelve a encontrar para disfrutar de una espicha, visitar el panteón familiar y recordar a Natalia y a Ramón, y a sus catorce hijos, muchos de los cuales vivieron trayectorias destacadas. "Se trata de reunirnos, hablar, recordar viejos tiempos, y conocer a las nuevas generaciones, para seguir manteniendo esos vínculos familiares".

Aunque ninguno de los catorce hermanos siga con vida, su legado permanece vivo. Llegarán incluso desde Puerto Rico, para unirse a la celebración.

"Era una familia de constructores, alguno de los descendientes ha seguido la tradición. Mi abuelo era maestro de obras, levantó algunos edificios emblemáticos, como el casino de Puerto de Vega, las escuelas de Santa Marina, y muchas casas por la zona", cuenta Fernández, que guarda planos de las obras en las que trabajaron. Recuerda, además, que en casa tenían un taller de carpintería, para los chicos, donde realizaban trabajos para las obras, y otro de costura, en el que desempeñaban el oficio las hermanas. "En casa siempre había trabajo", bromea Fernández.

De los catorce, algunos lograron destacar en su trabajo, como Joaquín, el primogénito, que llegó a labrarse fama en Oviedo restaurando altares e iglesias quemados tras la Guerra Civil. Con alma de artista, también fue un aficionado a la música.

El tercero de la saga, Ángel, emigró a Puerto Rico, y allí fundó la firma "Mendemar", que se dedicó a la importación de productos a granel y la distribución entre los comercios, principalmente harinas.

Años después, se le uniría en ultramar su hermano Servando, que tras vivir en América regresó a la localidad de Puerto de Vega. "Nuestro tío nos marcó mucho, era una persona culta y muy viajada", explica Manuel Fernández.

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