Dos fueron los consejos que le dio su padre desde bien pequeño: nunca dejes de surfear y sé humilde. Pedro Méndez, más conocido en Tapia por "Pedrín el de Picante", los cumplió a rajatabla y ahora acaba de coger el testigo de su padre, el surfero tapiego Diego Méndez, al frente del primer negocio que abrió en la villa dedicado en exclusiva al mundo del surf. Picante, tienda y escuela de surfistas, cumple este año tres décadas de andadura en la meca del surf asturiano.
La mayor parte de los recuerdos de su infancia están ligados a la playa de Tapia, donde aprendió a surfear con tan solo tres años. Su padre le inició en el deporte y ya con 14 años empezó a trabajar como monitor en la escuela familiar. Con 16, ya asiduo de las competiciones, se sacó el título de técnico de nivel 1, después estudió Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (antiguo INEF) en La Coruña y cursó la especialidad de surf. Tenía claro que quería ser entrenador y maestro surfista, así que se empleó a fondo para cumplir un sueño que hoy se ha hecho realidad.
No solo dirige su propia escuela en temporada estival -abre del 1 de junio al 30 de septiembre-, sino que por el invierno trabaja para diferentes federaciones impartiendo cursos de formación. En definitiva, ha convertido su pasión en modo de vida. Desde su "oficina" de verano, con privilegiadas vistas a la playa del Murallón, se confiesa feliz con su trabajo: "Me gusta lo que hago y disfruto tanto haciendo surf como enseñándolo".
Cada verano pasan por sus manos decenas de chavales, de todas las edades, que buscan iniciarse o perfeccionar su técnica en un deporte que día a día gana adeptos. Asegura que no es un deporte complejo y con un curso de dos horas a la semana durante cinco días ya se puede aprender lo básico y hasta disfrutar en el agua.
Méndez tiene claro que el surf pasa por uno de sus mejores momentos: "Vive un auge tremendo; como ejemplo, en 2010 había unas 6.000 fichas y ahora hay unos 26.000 federados. Está creciendo mucho y ya hay mucha gente que lo practica todo el año". El buen momento tiene su reflejo en Tapia, donde se está gestando una hornada de surfistas locales que apuntan maneras. Méndez reconoce que ahora tienen más facilidades para entrenar y mejorar y le satisface ver su progresión: "Hacía tiempo que no veía una generación que pudiera superar a la mía y ahora veo que sí y eso motiva y alegra mucho".
La cantera le motiva, pero lo que no le gusta es el intrusismo profesional y, por eso, lamenta que el auge del deporte lleve parejo la llegada de personas ajenas al surf que solo buscan negocio: "Hay gente que hace negocio sin ser surfista, se aprovecha. Creo que eso hace que el surf pierda su esencia y no me gusta".
Este tapiego considera que la villa ha sabido guardar bien la semilla que trajeron a finales de los años sesenta los australianos Peter y Robert Gulley. "Tapia sigue sonando en el mundo del surf y el deporte aquí está muy arraigado", añade. Asegura que vivir en un pueblo con una playa tan cerca es especial, por las facilidades de ir caminando hasta la playa y poder cambiarse en casa. "Es un sitio bueno para aprender porque tiene olas suaves y largas, pero también disfrutas cuando empiezas a controlar", añade.
Picante quiere celebrar sus treinta años de historia con un campeonato especial, que pretende ser un punto de reunión de todas las generaciones de surfistas tapiegos. Méndez quiere rememorar así los primeros campeonatos de la villa, que organizó su padre con un grupo de amigos. De hecho, el primer Open de surf internacional corrió a cargo de Picante, que promovió esta afamada cita de 1989 hasta 1992, cuando tomó el testigo el Gulley Brothers Surf Club, que lo organiza en la actualidad.
El campeonato de Picante, con inscripción gratuita gracias al apoyo del Ayuntamiento y de varios patrocinadores, se celebrará este mes pero está pendiente de las condiciones de la mar para fijar la fecha definitiva. El objetivo es reunir a surfistas de todas las generaciones.
