La plaza de abastos de Navia ya funciona a pleno rendimiento. Con la apertura, en la mañana de ayer, de un comercio centrado en la venta de productos congelados, todos los espacios con los que cuenta esta instalación se hallan cubiertos. Las ventajas económicas de instalarse en esta zona comercial la han llenado de negocios de todo tipo, lo que ha supuesto más clientes y ha dado más vida al corazón de la villa. Los compradores llegan hasta este punto atraídos por la "buena calidad" de los productos y por la amplia variedad de la oferta.

Hasta hace unos años, la plaza de abastos de Navia centraba su actividad en la pescadería, la carnicería y la frutería. Sin embargo, gracias al impulso del equipo de gobierno, llegó un punto de inflexión. Se permitió la entrada de otros sectores, se abarató el cánon y se redujeron los plazos en los alquileres. Poco a poco, en sucesivas convocatorias, la quincena de puestos se ha cubierto con puestos del sector textil, de artesanía y todo tipo de alimentación.

Este mes de julio, Soledad Roger cumplirá un año al frente de su tienda de productos gourmet. "El resurgir de las plazas de abastos en los pueblos hace que más gente se anime a venir y a comprar", dice. Eso, y las ventajas económicas la animaron a decantarse por un tipo de negocio inexistente hasta entonces en la zona. Ahora se muestra satisfecha, y más con el lleno de la plaza: "Cuanta más oferta haya, más gente vendrá hasta aquí. Es cierto que va teniendo más gente y que, al ir abriendo más puestos, se nota más movimiento", afirma.

Analizar el mercado, descubrir una necesidad y emprender. Es lo que también ha hecho Angharad López, que el pasado mes de mayo abrió un comercio de productos sin gluten. "Es diferente a estar en la calle. De esta forma le damos vida a la plaza de abastos, que estaba casi vacía", subraya. Destaca, además, que en la plaza "no sólo se compran carne, pescado o fruta", y considera que "no sólo viene más clientela, sino que estamos viendo que se acerca más juventud, algo que antes era impensable".

Beatriz Cereijido, por su parte, va a cumplir un año regentando una pastelería. "El alquiler es económico y con la variedad de puestos que hay se acaba convirtiendo en un pequeño centro comercial", opina. "Cada puesto vende una cosa, y no hay productos repetidos". Una circunstancia que ha hecho que la gente "recupere la costumbre de ir a comprar a la plaza", que es "signo de calidad". Según su parecer, el impulso del Ayuntamiento, que "siempre ayuda, en la medida de sus posibilidades", es clave. Aunque, eso sí, reconoce que hay aspectos a mejorar, como el aparcamiento, que se queda escaso. "Lo cierto es que no hay sitio, hay que acostumbrarse", reseña.

Víctor Manuel Méndez se estrena con su comercio de congelados. La falta de trabajo en la albañilería le ha llevado a emprender en la plaza. "Es una oportunidad a un coste no muy elevado, y las expectativas que tenemos son buenas", afirma.

Por su parte, los clientes avalan este modelo de mercado, que aúna los comercios clásicos con otros de nuevo cuño. "La plaza siempre ofrece calidad", asegura uno de los compradores habituales, Jorge Pérez. "Ya es casi una tradición", añade.