La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

MANUEL ÁLVAREZ RODRÍGUEZ | Párroco de Navia | Diálogos occidentales

"Bajan los bautizos y las comuniones, lo único que va a más son los funerales"

"Los curas no podemos llegar a todos los sitios, y los seglares que estén formados pueden llevar celebraciones de la palabra los domingos"

Manuel Álvarez, frente a la iglesia de Navia. G. GARCÍA

El sacerdote tinetense Manuel Álvarez Rodríguez (Naraval, 1949) se siente un naviego más No en vano, lleva más de veinte años al frente de varias parroquias del concejo, en el que desde un principio se ha sentido "muy querido y bien acogido". Amante de la música, el cine y el deporte, compagina la labor de llevar cuatro parroquias con otras aficiones como la fotografía. También tiene un perfil en Facebook y usa con soltura su ordenador. Apuesta por la formación de laicos para suplir la carencia actual de sacerdotes, y destaca el papel humanitario que realiza la Iglesia, gracias a los vecinos "muy solidarios" del concejo.

- ¿Cómo llegó a ser sacerdote en Navia?

-A los ocho años, un tío mío que era sacerdote me llevó con él. Era la mejor manera de salir de los pueblos, donde había tanta miseria. En 1961 estuve en Covadonga estudiando, durante dos años. No tuvimos vacaciones, y pasé nueve meses sin ver a mis padres. Era lo que había. Me ordené de cura el día de San Pedro de 1975 en Naraval. Vino el obispo auxiliar a ordenarme, don Elías Llanes. El primer destino fue Berducedo, en Allande. Después estuve en Colunga, y de ahí a Ciaño, en las cuencas mineras. Allí bajé al pozo María Luisa: nos metieron por el peor sitio, para que sintiéramos los curas lo que era la mina. Estuve una semana de agujetas. En 1996 vine para Navia, donde llevo casi 21 años.

- ¿Cómo se encuentra en la comarca?

-Muy bien, el cambio fue bueno. La gente es muy acogedora; en ese sentido no es anticlerical como puede pasar en otros sitios. Hasta ahora no he tenido ningún problema. La gente respeta, colabora y es muy generosa, como se ve en los grupos de Manos Unidas o Cáritas, con los que se ayuda mucho.

- ¿Ha cambiado Navia?

-Navia en estos años cambió mucho. No sólo en lo físico, ya que muchas casas se tiraron, se hicieron nuevas calles, está todo más limpio y muy cuidado. También en lo social. Hay mucha gente de fuera, algo que no pasa en otras villas, en donde no se ha producido el fenómeno de la llegada de gente a trabajar. Eso influye mucho a nivel religioso, social y laboral. Los fines de semana mucha gente se marcha a ver a sus padres y a sus familias.

- ¿Y en lo religioso?

-La parroquia también ha cambiado mucho, con el cambio de los tiempos. Sólo quedamos gente mayor, y algunos pocos jóvenes que vienen a la iglesia. También están descendiendo el número de bodas por lo religioso, ahora casi no hay ninguna. Pasa lo mismo con otros sacramentos, como los bautismos o las primeras comuniones. Lo único que se conserva, y cada vez más, son los funerales y los entierros. Tenemos una población cada vez más envejecida. En Navia, suele haber unos treinta entierros; este año ya van 24.

- ¿Qué ha pasado con la juventud?

-Los jóvenes no se enganchan a la religión; y es algo que también ha cambiado mucho. Cuando estaba en las cuencas mineras, había un club parroquial, que estaba lleno de jóvenes y hacían muchas actividades, desde campamentos hasta un grupo musical. Pero a partir de mediados de los noventa cambió todo; la gente fue buscando su vida. Los medios de comunicación no ayudan a tener una imagen de la iglesia más positiva de la que tienen algunos. Lo que conocen es por la tele o las redes sociales. Te dicen que hay que meterse en su mundo, y ayudarles en su mundo, no meterlos en el nuestro. Eso es verdad, pero, ¿cómo se hace?

- Ante la actual carencia de sacerdotes, ¿cuál podría ser la solución?

-Una buena opción es la formación de laicos, la formación cristiana de los que vienen a misa, pensando en gente de mediana edad. También hacer una distribución mejor del culto. En las misas de algunos pueblos hay dos personas. Tienen todo el derecho, pero hay que organizarse, quizás cogiendo el coche y juntarse con un grupo mayor. Los curas no podemos llegar a todos los sitios, y los seglares pueden llevar celebraciones de la palabra los domingos.

- ¿Es grave la situación?

-Este año se ordenaron dos nuevos sacerdotes. El Arzobispo ha ordenado a 22 curas y enterró a 92. La cuenta es clara. La mayoría somos de sesenta años hacia arriba, aunque aquí en el arciprestazgo se renovó bastante. La juventud ayuda mucho. Cuando era joven, en la zona de Berducedo, me tocaron muchas carreteras en mal estado, sin asfaltar. Pero había mucha gente; es donde más feliz me sentí.

- También lleva el santuario de Villaoril. ¿Qué salud tiene?

-Los santuarios van a más. Mucha gente acude, porque hay una fe muy sencilla y muy humilde. La gente tienen necesidad de rezar, de Dios, y la Virgen es como la madre, siempre acude uno a ella cuando tiene necesidad. El santuario se mantiene, está abierto todos los días, y los domingos en las misas está casi lleno. Este santuario es, además, el mejor comunicado del mundo; está a un kilómetro de la autovía y tiene un buen aparcamiento. Viene gente de todo el entorno, y de Galicia también.

- Ha destacado el papel humanitario en las parroquias...

-Sí. A quienes más se ayudan es a los transeúntes, gente sin hogar. Por el invierno les damos cena y cama, cuando hace frío y llueve. Hay casos de todo tipo, y acuden a la parroquia: Familias rotas, gente que lo perdió todo por la crisis, otros que se separaron y quedaron en la calle. El gasto mayor que tenemos en las parroquias es de Cáritas. También está Manos Unidas, que trabaja mucho para ayudar a los más pobres.

- Ahora, con 68 años, ¿cómo se plantea los años que le quedan como párroco?

-Nosotros estamos en activo hasta los 75 años, cuando debemos pedir permiso para la retirada. Antes se daba sin problema, pero ahora, con la situación actual, quizás sea más difícil. Hay sacerdotes en la zona que superan los 90 años. Si te sientes bien de salud, físicamente y mental, bien. Si te flaquea la salud, uno ya no tiene humor para llevar a cabo todas las cosas que te exige la parroquia.

Compartir el artículo

stats