Los alumnos del Colegio Público Flórez Estrada de Somiedo cerraron el curso escolar con una jornada medioambiental, paseo por los lagos de Saliencia y de cooperación al desarrollo que finiquitaron con juegos. Los escolares soltaron al río Somiedo más de mil alevines de trucha con los que repoblar las aguas somedanas y reforzar así la presencia de esta especie en sus aguas. Para algunos, y pese a vivir en Somiedo, la experiencia fue muy intensa ya que no habían visto truchas vivas nunca antes. "¿Muerden?", fue una de las preguntas que más se repitió entre los pequeños.

La mañana comenzó en el Centro de Interpretación del Parque Natural de Somiedo con un acto organizado por la asociación de padres y madres (AMPA), en la que los niños disfrutaron de varias proyecciones de cortometrajes y documentales sobre África y la cooperación al desarrollo con la colaboración de la ong asturiana "Matumaini".

A media mañana, y tras un breve almuerzo, los escolares se unieron al grupo de técnicos del Parque Natural de Somiedo, encabezado por su director, Fernando Alonso, para iniciar la ruta de repoblación truchera. No sin antes recibir indicaciones de los expertos, quienes explicaron a los alumnos la importancia de este tipo de repoblaciones con trucha autóctona, que fueron donadas por la sociedad de pescadores "Las Mestas del Narcea", con sede en Quintana (Pravia).

Alonso explicó las dos principales especies de los ríos, trucha y salmón, así como sus ciclos vitales o los espacios donde crían en los ríos. "Son muy territoriales, cada uno tiene sus espacios definidos", comentó. Y alertó a los escolares somedanos de que el número de truchas y salmones desciende en todos los ríos de Asturias, "no se sabe muy bien por qué pero se detecta en toda la región, por eso es importante reforzar las poblaciones".

Con la lección aprendida, comenzaron la suelta. Primero lo hicieron en la zona de la piscina municipal y en el puente de Pola de Somiedo y, después, se desplazaron hasta la localidad de Caunedo para echar al río el resto. Lo que más les sorprendió a los alumnos durante la suelta fue el tamaño de algunos alevines, que ya rondaban los siete u ocho centímetros. Entendiendo y apoyando su propio entorno, se despidieron hasta el próximo curso.