Las tierras de maíz de la parroquia de Canero se han convertido en pasto para jabalíes y en un dolor de cabeza para los ganaderos. Así lo denuncian los titulares de las explotaciones de esta zona costera de Valdés. En los últimos meses se han generado daños "cuantiosos" en las cosechas de Busto y Querúas y esta situación merma las posibilidades de crecimiento de las explotaciones.

Higinio Fernández, de 56 años, tiene una ganadería en Canero. Este empresario sostiene que el maíz que se siembra cada año es el alimento base de las cabezas de leche. La fórmula que elige tiene la siguiente proporción: 30 kilos de silo de maíz, 10 de raigrás y 10 de concentraciones por vaca y día. "Si nos quedamos sin maíz, nos jugamos el alimento de todo el año del ganado", indica.

Los daños del jabalí se extienden por una zona de costa que hasta la fecha nunca vivió nada igual. Las tierras de siembra se encuentran en el refugio de caza del cabo de Busto y su entorno, una zona protegida por ser de paso de aves migratorias.

"Este año, antes de empezar a nacer la mazorca ya teníamos aquí al jabalí", sostiene Higinio Fernández. Los ganaderos aseguran que se trata en muchos casos de hembras con sus crías. "Estas camadas, estropean más las tierras. La madre tiran más plantas para las crías y eso sucede noche tras noche", asegura este ganadero que cree que ya ha perdido el 10 por ciento de su cosecha de maíz. Fernández incluso tiene una tierra cerrada con corriente eléctrica.

El Principado conoce la situación. Algunos ganaderos han llamado para alertar de los daños y en las últimas semanas la guardería se ha acercado a la zona para abatir a un número determinado de jabalíes.

Ángel Antonio García, ganadero de Querúas, asegura que se pierde más de lo que se ve. "No sólo te quedas sin el maíz, todo esto supone pérdidas en todos lo sentidos. Pierdes horas de trabajo, la semilla, los abonos... todo lo que está relacionado con la siembra", indica.

Este ganadero sostiene que cuando se puso en marcha el refugio de caza, en esta zona costera de Valdés no había jabalíes. "Antes estaban en el interior, pero ahora ya están en la costa. Cada vez se expanden más", señala.

García dice sentirse abandonado por la administración. Este ganadero asegura que si hay daños en las ciudades "se genera gran alarma". "Nosotros nos preguntamos qué pasa con el campo, porque aquí esta situación afecta a empresas. No nos interesa que nos paguen las fincas, nos interesa no tener daños o tener los mínimos posibles", añade García.

Las tierras de maíz de esta zona de Valdés tienen un mes por delante hasta que se inicie el proceso de ensilado. "Al final, será más el terreno afectado", advierten. Además, muchos no pueden aprovechar las plantas que ha tocado el jabalí. Aseguran que por el olor son rechazadas por las vacas. Tampoco es aconsejable mezclar las plantas que ha pisado el suido.

La Asociación Agroganadera, Propietarios Forestales y Amantes de la Naturaleza pide prontas soluciones.

Su presidenta, Elena Feito, exigió ayer responsabilidades al Principado, administración a la que exigió más celeridad para que los ganaderos puedan afrontar con más garantías los daños.

Se estima que sólo en esta parroquia del concejo de Valdés hay doce ganaderías afectadas por los destrozos del jabalí en los últimos tiempos, lo que desespera a los dueños.