La edad dorada de las bibliotecas populares, a finales del siglo XIX y hasta la Guerra Civil, aún se deja sentir hoy en día. "Donde más movimiento bibliotecario se registró entonces, más se lee hoy en día", aseguró ayer Ramón Rodríguez. El director de la biblioteca de la Universidad de Oviedo y presidente del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) relató ayer en Castropol la trayectoria de estos centros, que jugaron un papel vital en el desarrollo cultural de toda la región, en general, y del Occidente en particular.

La ponencia se desarrolló dentro de la celebración del Día de las Bibliotecas en la "Menéndez Pelayo", heredera de la pionera Biblioteca Popular Circulante. "La de Castropol y la del Ateneo Obrero de Gijón fueron las dos bibliotecas más representativas del gran movimiento que hubo en Asturias antes de la Guerra Civil", apuntó Rodríguez, quien señaló que Cataluña fue la otra región del país en la que se notó este impulso.

Castropol, pero también otros puntos de la comarca, como Vegadeo, contaron con estos centros culturales, "que debían llevar los libros, el cine, la música... a una población muy dispersa y con unos índices de analfabetismo elevados", apuntó Rodríguez. No resultaba fácil en un entorno con "unas comunicaciones imposibles", y en donde el cine "era todo un acontecimiento".

La Guerra Civil supuso "el final de aquella experiencia maravillosa", apuntó el bibliotecario. Sin embargo, el espíritu continuó: "El régimen franquista tomó como modelo para toda España la red de bibliotecas existentes en toda la región asturiana", indicó.