Hay satisfacción en Cimadevilla, el barrio alto de un Gijón que nació en él, por los planes para decorar las medianeras con murales que recogerán imágenes de la vida en la zona, sin duda, con más personalidad de la ciudad. Hasta se ha previsto un recuerdo para el inmortal "Rambal", muerto en un crimen sin resolver, pero vivo en la memoria ciudadana. Hay personajes gijoneses que se merecen no una medianera, sino un bloque entero, pero la vida es como es. "Rambal" se sentirá orgulloso de que se le recuerde a pesar de los años transcurridos desde su trágica muerte, que algunos quieren cargar en las espaldas de algún marinero que pasó por El Musel y quizá no volvió nunca. Un misterio.
Cimadevilla ha sufrido una feliz renovación en los últimos tiempos. De aquel barrio con síntomas de degradación de la mitad del siglo pasado a éste va un largo trecho. Vivir en Cimadevilla se ha convertido en una especie de lujo urbano porque los ruidos no han desaparecido, pero se han aminorado en zonas del barrio. La rehabilitación de edificios ha sido, por lo general, un acierto, como la peatonalización de sus calles.
El concejal Martínez Salvador confesaba ayer en estas páginas que el proyecto de los murales "tiene un interés turístico muy importante y pondrá en valor el casco antiguo". Es cierto. Los visitantes de Gijón buscan Cimadevilla con un admirable interés, que se traslada hasta el "Elogio del horizonte", aunque hay observadores del quehacer local que lamentan que la obra de Chillida haya perdido atención en favor de las letras del Muelle. "Es otro síntoma del cambio que ha sufrido la ciudad", decía.
Con cambio o sin él, la satisfacción de Cimadevilla por el proyecto que se anuncia es una prueba de que hay asuntos que, llevados con sensatez, no tienen que provocar rechazo vecinal; al contrario, son bien recibidos. Sólo queda esperar y ver.
