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Ixuxú

Mar de fondo

No cabe ni una gota más de mar ni en San Lorenzo, donde no se ve la arena del Piles; ni en la dársena, donde cubre los ojos del muellín; ni en Poniente, donde por cincuenta metros no llega a Terra Astur?; en la playa del naval, casi desborda. La mar brama, rompe y se retuerce.

Huyendo de la ola, al cruzar el "paso" del martillo de Capua, recién bañado, una señora pierde el equilibrio, retuerce un pie. Grita. Un "cruzante" humanitario la sujeta y la ayuda a la acera, y la apoya a la pared de la terraza del martillo y, sorprendentemente no se desmorona, ¡el martillo!, casi ruinoso. La mar sorda vuelve y revuelve.

Peligrosos los mares de fondo, que a un tiempo rugen y golpean. Tras del muro solo arena? ¿Cuánto el muro aguantará?... Si la obra del subterráneo se hiciera, no habría peligro de derrumbe e inundación.

Y mucha Mar en el Castillo. Por uno de sus inmensos pasillos, la fiel Nicanora, corre gritando: "¡Señorito, señorito que las hormigas están fumigando a doña Dora!"

" ¿Desde cuándo las hormigas fumigan a las personas?"

"Aquí; aquí, que lo he visto". Y el organillo del señor suena solo?"

¿Qué estará ocurriendo en el Castillo? ¿Querrán las hormigas aburrir a doña Dora?... ¿Con tanto trabajo que se acumula al señor, el organillo tendrá que acostumbrarse a ensayar y tocar solo?

Los días pasan en pálpitos. Los plenos en un suspiro. Las comisiones se multiplican e interiormente se rompen, como las olas más bravas.

Mientras, los costaleros descansan, preparando nueva campaña. Una amiga del ciudadano solo pide elecciones. Los josechus, ayudas; los tres marinos, medio ahogados, salvavidas?; Fray Martín proclama "¡viva la vida!"

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