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De escarabajos

Sobre el fraude de los motores de Volkswagen

Cuando era un rapaz y pasaba los veranos en Arriondas supe que había dos tipos de escarabajos. Unos eran insectos muy voraces que le jodían las patatas a Luis el Redondo y otros eran unos coches con anatomía parecida a la de los bichos anteriores, de una marca alemana, difícil de carajo de pronunciar, algo así como Volkswagen. Los hippies alemanes de dinero los paseaban ecológicamente por la playa de Vega con florecitas en el parabrisas y entonaban unas flautas al tiempo de fumarse unos canutos del carajo la vela.

Pasado el tiempo, bastante, en plena era internáutica, si uno bucea en las faldas de tía Wiki y busca el término "escarabajo" se asombrará con la variedad de familias que engloba. Normalmente son insectos, la verdad es que algunos muy guapos, a mí el que más me gusta es el escarabajo pelotero. Vi uno en Tanzania que me recordó al titán Atlas, sólo que en vez de cargar sobre su espalda la esfera terrestre, éste hacía rodar por el lodo una gran bola de mierda reseca, bueno, a decir verdad, entre la carga del titán de la mitología griega y la del coleóptero no veo gran diferencia. Pero no vinimos hablar de mitología, ni de mierdas, sino de dos escarabajos que al planeta de Atlas lo están dejando anémico y al borde de la caquexia.

Hablemos del escarabajo que se come las hojas de las patatas y de otro escarabajo de cuatro ruedas que por extensión representa a la marca Volkswagen. El uno y el otro tienen algo en común, y es ello que son unos ladrones sin escrúpulos. El escarabajo insecto nos deja sin patatas, sin la "universal delicia" y "enemiga del hambre" que diría Pablo Neruda; y el de cuatro ruedas Volkswagen sin aire puro que respirar. Contra el aniquilador de las patatas se luchó en varios frentes y mal que bien al puñetero lo tenemos bajo control, eso sí, sufriendo los efectos colaterales de las armas químicas y génicas. La otra plaga de Volkswagen es más dura, por no decir imposible, de roer. El gran capital ha demostrado por enésima vez que le tira del guindón que los terrícolas nos vayamos al garete por el desagüe del universo asfixiados como peces fuera del agua. Lo importante es el acúmulo de dinero y poder, primer plato y segundo de una sociedad moderna más voraz que los escarabajos de las patatas. Y lo peor, que estos no tienen enemigos, porque de alguna manera todos entramos al juego de ese complot de autodestrucción. Glayamos hasta la afonía proclamas ecologistas, sobre manera los políticos que se quieren apuntar tantos en las próximas elecciones, de siempre el punto ecológico mola mucho y los incrédulos caen en la trampa, pero la mierda aumenta en progresión geométrica con nuestra estupidez. El tema de Volkswagen no es la gota que colma el vaso, ni la punta del iceberg, es muestra de la impotencia y la rabia de una derrota asumida. Como otras tantas.

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