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Torga y la apatía política

Una reflexión ante el resultado de las elecciones portuguesas

En Portugal, hubo unas legislativas y el bloque conservador obtuvo un 40,8% de los votos frente al 46,9% que reúnen los partidos de centro izquierda. La impresión general es que va a continuar gobernando la derecha, porque el Partido Socialista nunca se coaligará con el Bloco de Esquerda ni con el Partido Comunista, aunque junto con ellos sume mayoría en el Parlamento. En la práctica, lo que se jugaba en estas elecciones era si el pueblo portugués iba a aceptar o a rechazar el durísimo plan de recortes sociales que le impuso la Unión Europea, y que todavía no se ha completado. Ante ese dilema, el bloque conservador del actual primer ministro Passos Coelho anunció que se comprometía a seguir al pie de la letra lo que le propusiese Bruselas. Y el Partido Socialista, más o menos lo mismo con ligeras variantes.

La situación la definió muy ingeniosamente Catarina Martins, líder del Bloco de Esquerdas, al decir que los portugueses, salvo un cambio radical, estaban condenados a escoger entre la "austeridad" que representaba Passos Coelho y la "austeridad moderada" del candidato socialista Antonio Costa. Un candidato que fue perdiendo fuerza desde el encarcelamiento del expresidente socialista José Sócrates, acusado de presuntos delitos de corrupción, blanqueo de capitales y fraude fiscal. Sócrates y Costa eran buenos amigos y fueron compañeros en varios gabinetes ministeriales bajo la presidencia de António Guterres. La relación con Sócrates le ha perjudicado y el sueño de alcanzar una mayoría absoluta sin hipotecas a su izquierda se fue desvaneciendo. Imagino que el resultado de estas elecciones habrá animado bastante a Mariano Rajoy dado que los términos de la batalla que se avecina en España no difieren mucho de los que acaban de darse en el vecino país.

Rajoy lleva tiempo apostando a encarnar la "austeridad moderada" y le ha reservado a Pedro Sánchez, al que considera su verdadero rival, el papel de cabeza visible de una coalición imposible con otras fuerzas radicales de izquierda. Puro tacticismo electoral, aunque él cree que va a funcionarle bien. Luego, ya habrá tiempo de pactar con Ciudadanos, si es que el invento nacido en Cataluña se revela eficaz en el resto de España. Al margen de todo eso, el fenómeno de la ceguera electoral de la masa respecto de votar lo que más le convendría se repite. Todo eso me recuerda el texto de un Diario del gran escritor portugués Miguel Torga fechado en Coimbra el 11 de marzo de 1985. Lo resumo parcialmente. "Continúa el entremés político. La mediocridad, la avidez y el desplante se han instalado en todos los niveles de la gobernación, Dios nos ayude. Pero no es la degradación de la clase dirigente lo que más me aflige. Nunca alimenté ilusiones al respecto. Lo que verdaderamente me mortifica es el desinterés y la indiferencia con que el país asiste al espectáculo. No se vislumbra la mínima señal de indignación... En tanto duró la dictadura confiábamos en el futuro. Y pese a estar subyugados, éramos subversivos en pensamiento y teníamos esperanza en la voluntad, y libertad en la imaginación. Ahora que hicimos la más arbitraria revolución de nuestra historia, estamos frustrados y desmotivados".

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