Se ha contado ya algunas veces que la elocución del Rey Felipe VI ha mejorado notablemente de unos años a esta parte, y que dichos progresos se deben a que una experta locutora, la Reina Letizia, que le ha enseñado la adecuada cadencia de los discursos, las pausas más convenientes y la serenidad en la respiración. Y en efecto, todo fluye mucho mejor en la palabra hablada del monarca.
Ahora bien, no tenemos la certeza de esta amable versión de la historia, por lo que también podría conjeturarse la intervención de un profesional (aunque Letizia es "muy profesional"). No obstante, Felipe VI no partía de una situación tan adversa como la de Jorge VI de Windsor, monarca del Reino Unido entre 1936 y 1952, que precisó de los servicios de un especialista para combatir su tartamudez y hablarle a su pueblo y a la Mancomunidad de Naciones hijas de la Gran Bretaña. Esa historia la recoge con cierta veracidad la pelicula "El discurso del Rey", una de cuyas escenas memorables es aquella en la que, tras pronunciar Jorge VI por la BBC su alocución sobre la declaración de guerra a Alemania, se le acerca Winston Churchill -probablemente el mejor orador de la historia británica-, y le dice: "Yo no lo hubiera hecho mejor, majestad". No sabríamos decir que gran orador político español del presente podría decirle algo semejante a Felipe VI, pero probablemente ninguno, ya que el quehacer político no sólo es lamentable en el fondo, sino también en la forma hablada. Pero volvamos al caso de Felipe VI por lo que evoca parcialmente a Jorge VI. Por ciento, algún parentesco les vincula, aunque habría que calcularlo con exactitud, ya que la Reina Sofía está emparentada con el Duque de Edimburgo y el Rey Juan Carlos I comparte con la Reina Isabel II una tatarabuela común, la Reina Victoria. Dicho todo esto, se nos ocurre analizar algún aspecto del último discurso del Rey, el de los premios "Princesa de Asturias", y observar la maduración del monarca en sus funciones, pero ya lo haremos mañana.
