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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Parénesis y esconxuros

Pocas referencias a Asturias y demasiadas palabras vacías en las intervenciones de los candidatos

Es cierto que son éstas elecciones generales, pero, con todo y con ello, a uno le gustaría que los cabezas de serie participantes en el debate de LA NUEVA ESPAÑA hubiesen hablado un poco más de Asturies, pues, a fin de cuentas, sobre representar a sus partidos y la soberanía nacional, se supone que representan específicamente los intereses de los asturianos. Tan escasamente lo tienen presente en sus parlamentos que, al hablar de corrupción, ni siquiera quienes tienen la cuestión como bandera muy destacada, por ejemplo, la reina del tópico, doña Sofía Castañón, se acuerdan de mentar los casos Marea y José Ángel Fernández Villa. (Un pequeño tirón de orejas, por cierto, a doña Susana López, no sé, si como ella dice, su partido va a promover una ley para que los corruptos devuelvan lo robado; lo que sé es que desde el 23 de octubre de este año está en marcha, con ese fin, la Oficina de Recuperación y Gestión de Activos, integrada en el Ministerio de Justicia).

Es cierto que don Manuel G. Orviz (¿por qué ocultarán sus apellidos comunes, como si aspirasen a una aristocracia de sangre?) propuso un imposible pacto de "todos por Asturies" en el Congreso, pactos que solo pueden suscribir los perdedores, puesto que quien gobierna está siempre sometido al mandato del Ejecutivo (como demostró, por ejemplo, el PSOE oponiéndose en la votación para impulsar el ferrocarril por el Huerna), y aún, al final, algunos apoyarán a Cataluña -la han hecho ya en el pasado- en detrimento de Asturies.

Por lo demás, las intervenciones de unos y otros repiten los tópicos y el formulario genérico de sus formaciones políticas: con quién meterse (Bárcenas, Rajoy, Zapatero, Rivera, Iglesias), con qué meterse (corrupción, paro, empleo, fraudes de la banca?), cómo meterse con ello o evadirse de ello, etc. Son todas ellas parénesis incitativas, que tratan de recolectar adeptos, desincentivar a quienes pudieran sumarse al adversario y mantener a los suyos en estado de excitación hasta la fecundación a través de la ranura de la urna. Tópicos reiterados aquí, en Madrid o en Cádiz, como si los partidos fuesen una hidra de múltiples cabezas, por cada una de las cuales, separadas muchos kilómetros, se arrojase la misma sustancia venenos-excitante, independientemente de la realidad de cada lugar.

La otra parte de las intervenciones se sustenta en la situación económica y el empleo. Aquí lo que hacen todas las formaciones es arrojar al aire esconxuros, fórmulas vacías sin significado alguno: "Cambio de modelo económico", "empleo digno", "empleo de calidad", y hasta se llega a pedir, como doña Susana López, "empresas serias y responsables". Son todo vanilocuencias, que bien podrían sustituirse con ofrendas a algún santo milagrero, y, sin duda, con idéntico resultado. Porque, aparte de no saber nadie qué significan en concreto todas esas "divinas palabras", ocultan lo principal: quién crea el empleo (que es el empresario), para qué lo crea (para ganar dinero) y por qué no lo crea (entre otras razones, porque no gana dinero con él o porque no sabe su costo final). Y todo ello tiene que ver con los niveles de competitividad de cada empresa y sus posibilidades de tener un trozo de mercado, regional, estatal, europeo, mundial.

Y luego están los del burro cagarriales, aquellos que creen que el dinero no tiene que ver con la riqueza y que es una cuestión de voluntad el crearlo (y cuanto más a la izquierda, más "metafísico estáis", como dice Babieca a Rocinante): son los que suben los salarios mínimos, regalan rentas básicas, complementos salariales, crean empleo público (¡y hasta empresas públicas!: ¿una factoría de misiles, tal vez?), etc., tal que si eso no tuviese que ver con los contratadores o con la rentabilidad empresarial, con el trabajo y el empleo, en suma. Y algunas propuestas que pudiesen parecer interesantes, como el contrato único de C's, tienen, sin duda, el ineludible freno del Supremo y el Constitucional y, si no, al tiempo, si hubiere ocasión para verlo. Dice Rajoy que para aspirar a cargos mayores en política se debería pasar antes por la escuela de concejal. Es plausible. Pero es mucho más necesario que quienes quieran hablar de economía real (de creación de riqueza y empleo), si no gestionando una empresa, pasen al menos una temporada llevando su contabilidad. Para no emitir esas brutinaderías.

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