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Cien líneas

Súper Oviedo

Ahí está el Real Oviedo, tercero en la tabla así que prácticamente en posiciones de ascenso directo. El juego, en lo que llevamos de temporada, es desigual, con minutos espléndidos y lagunas tontas: cuando el equipo entre en eficacia -como dicen los artilleros- más los refuerzos que están al caer, nos pondremos en cabeza como cohetes y el ascenso será imparable. El teorema de septiembre no puede fallar.

Cómo será el éxito que los terceristas se están agitando como locos para subirse al carro de Elías. Pero, ay, es como aquel del profeta bíblico: puro fuego contra oportunistas.

Durante más de un año impidieron con insultos, mentiras, injurias, cuentos y amenazas que Carso se hiciese con las riendas del Oviedín. Y ahora llaman a diario -como lo oyen: día sí y día también- a los rectores del club ¡exigiendo! un puesto en el consejo. Y llaman aquí y a México. Las carcajadas en el Tartiere y a 8.808 kilómetros de distancia son atronadoras.

El Real Oviedo es la maravillosa suma de una enorme afición, como hay poquísimas y de un gran grupo empresarial, generoso como casi ninguno.

Es el principal activo de la ciudad, por eso la contra trata de impedir sus buenas relaciones con el Ayuntamiento de Oviedo.

Pierden el tiempo. El Asturcón está al caer, se convertirá en Universidad del Deporte y para jugar en Europa -en menos de dos años- un nuevo campo, moderno y con espacios comercializables, a construir en los terrenos que ofrece el alcalde de Siero junto a Parque Principado.

Enfrascado en estas meditaciones, zas, acudí a la ampliación de capital.

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