La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Neurólogo

A propósito de Alzheimer

Hoy se cumple el centenario de la muerte del doctor Alois Alzheimer, fallecido a los 51 años en Breslau (Alemania entonces, hoy Wroclaw, Polonia), en cuya Facultad de Medicina desempeñó la cátedra de Neurología y Psiquiatría los últimos años de su vida. Por voluntad de sus hijos, sus restos reposan junto a los de su esposa, de la que había enviudado en 1901, en el cementerio principal de Frankfurt.

Nació en Marktbreit am Main (Alemania) en 1864. Estudió Medicina en varias universidades e inició su entrenamiento como neuropsiquiatra en el Hospital para Enfermos Mentales y Epilépticos de Frankfurt, en 1888. En 1903 se trasladó a Múnich para trabajar en el Hospital Clínico Psiquiátrico, donde alcanzó un merecido prestigio como investigador. A lo largo de su carrera buscó identificar las enfermedades nerviosas y mentales, estudiando las lesiones cerebrales que presentaban los pacientes fallecidos con esos padecimientos, con la ayuda del microscopio.

En 1907 Alzheimer publicó los novedosos hallazgos encontrados en el cerebro de una paciente, fallecida con demencia un año antes. Como ha pasado tantas veces en la ciencia, nadie podía prever entonces el alcance de la enfermedad que acababa de descubrir. La paciente (Auguste) había ingresado en 1901 en el Hospital para Enfermos Mentales y Epilépticos de Frankfurt con 51 años y el mismo Alzheimer escribió la historia clínica al ingreso. Permaneció institucionalizada hasta su fallecimiento, en 1906. Tras realizarle la autopsia, le remitieron a Alzheimer muestras del cerebro para estudiarlo en su laboratorio de Múnich, donde residía entonces. Hace poco tiempo se revisó todo el material de aquella época y se pudo consultar tanto la documentación clínica del Hospital de Frankfurt como las laminillas de anatomía patológica que había manejado Alzheimer en el Laboratorio de Múnich. Todo estaba bien archivado, a pesar de que el país había sufrido dos guerras mundiales.

La demencia es el deterioro de las funciones cognitivas, causado por lesiones cerebrales, que se adquiere en general de forma progresiva hasta incapacitar al paciente para la vida social e incluso para las actividades básicas de la vida diaria. La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente seguida de la demencia asociada a enfermedad vascular cerebral y también ambas causas comparten casos mixtos. En España las previsiones para el año 2050 señalan que habrá más de 1.500.000 de personas afectadas con un grado moderado o grave de demencia, el triple de casos que en la actualidad, a menos que seamos capaces de corregir los factores de riesgo que contribuyen al incremento progresivo de esas cifras. La Asociación Internacional de Alzheimer en el informe del año 2015 estima que hay unos 25 millones de enfermos de Alzheimer en el mundo y que esta cifra aumentará en las próximas décadas, en la proporción señalada para la demencia en general. Por ello ha recomendado prioritariamente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) contribuir a la reducción del riesgo de demencia en la población y ampliar la inversión, tanto para la investigación como para la atención y tratamiento de los pacientes.

Contamos con evidencias que señalan que es posible frenar el envejecimiento y sus consecuencias, mediante estilos saludables, basados en la dieta, el ejercicio regular y la ocupación en tareas satisfactorias. Todo el organismo envejece a la vez, pero las enfermedades del envejecimiento pueden aparecer en diferentes partes del cuerpo. Entre las principales están las cardiovasculares (infartos de miocardio, ictus cerebrovasculares y otras) y las neurodegenerativas, de las que el Alzheimer es el mayor exponente. Si en un mismo individuo el cerebro está afectado por dos enfermedades, como son la arterioesclerosis y el Alzheimer, las consecuencias van a ser mucho peores que si padece una sola. El envejecimiento y la muerte son dos procesos inevitables. Pero el envejecimiento es largo y su ritmo de progresión no está tan programado genéticamente como el crecimiento. Podemos retrasar su evolución y ganar años de vida saludable. Se logra entonces un período de vida muy interesante, donde uno puede hacer casi todo lo que le gusta, incluido el aprendizaje de cualquier materia que suscite interés, las lecturas que quedaron pendientes y ayudar a los demás, que es otra forma de ayudarse a sí mismo. La experiencia facilita distinguir entre lo que vale la pena y lo que no merece perder tiempo. La liberación de las obligaciones del trabajo y de la crianza de los hijos permite años fructíferos en calidad de vida, con un poco de suerte y si se ajusta uno a lo que puede gastar. Del mismo modo podemos aplazar las consecuencias desfavorables del envejecimiento, como son las enfermedades citadas. Pero para todo ello hay que aplicar seriamente criterios de prevención, que será tanto más efectiva cuanto más temprano empiece cada cual a tomarse su propia vida en serio.

Compartir el artículo

stats