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Javier Morán

El Cormorán

Javier Morán

Primera comunión

Toda constitución de un ayuntamiento, de un parlamento autonómico o de las propias Cortes españolas posee un aroma de primeras comuniones, y mucho más en estos tiempos de redes sociales en el que los representantes públicos se hacen fotos entre sí y las mandan a la parentela familiar y del partido. Decimos que parecen primeras comuniones porque el resto de los sacramentos no nos encajan demasiado, ya que las bodas son otra cosa, y no digamos la unción de enfermos. En cambio, para una primera comunión, la gente busca un trajecito correcto y, de poner a alguien como una reina o un princesa lo hacen con la criatura, cubriéndola de organdí hasta la cejas, si es niña, o con chorreras de almirante, si es varón. Pero, en definitiva, los diputados que han sido elegidos por primera vez llevan en su rostro la imagen de una cierta candidez y pureza, como si fueran comulgantes. Ahora bien, hay que reconocer que Carolina Bescansa, de Podemos, casi transforma la inauguración de la Legislatura en un bautizo, ya que su bebé, hermoso como casi todos los bebés, e inocente, fue de brazos en brazos entre los de su partido, y sólo faltó que algún diputado derramase el agua mineral del botellín sobre su lindo cráneo. A todo esto, la diputada Celia Villalobos (PP), la terrible, se quejó del pelo de un repúblico de Podemos y llegó a temer que le saltara un piojo desde la cabellera de aquel. Tal vez a Villalobos le gusta que los hombres del PP se echen Abrótano Macho para el cabello, que combate las alopecias, las caspas, o las dermatitis seborreicas.

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