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Profesor de la Universidad de Oviedo

Para reducir el tabaquismo

Los efectos perjudiciales que tiene fumar para la salud son bien conocidos y comprobados, tanto para los fumadores directos como, en menor medida, para los fumadores pasivos.

Ningún otro producto de consumo masivo como el tabaco causa tanto daño medioambiental desde su cultivo, producción, uso y desecho como el tabaco, según señala un informe del Centro para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El tabaco es uno de los principales responsables de la deforestación mundial. Según un informe de la Universidad Estatal de Florida (FSU), de cada ocho árboles talados, al menos tres son para permitir el cultivo o el desecado del tabaco. La OMS estima que para desecar el tabaco que se emplea en la elaboración de 300 cigarrillos se corta un árbol adulto. La planta del tabaco es muy exigente y consume los nutrientes del suelo de manera muy rápida, por ello en su cultivo se utilizan gran cantidad de pesticidas y fertilizantes químicos que contaminan el suelo y el agua. Después de dos cosechas, el suelo se agota y queda inutilizado por estos productos y, como hay que esperar tres años para reutilizarlo de nuevo, los productores en países sin control ambiental buscan nuevos terrenos que consiguen con más deforestación. Según señala un estudio del Centro para el Control del Tabaco de la OMS cada año se consumen 82,5 millones de metros cúbicos de maderas tropicales en la producción de tabaco, cifra muy superior a ¡todas! las exportaciones de madera tropical en el mundo.

Según un artículo publicado en 2009 en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2697937), se considera a las colillas (la parte más tóxica del cigarrillo, pudiendo una sola contaminar hasta 50 litros de agua) como "residuos peligrosos" y cada año se generan más de 4,5 billones de colillas en el mundo (845.000 toneladas).

Un trabajo de investigación publicado en Tobacco Control en 2004 (http://tobaccocontrol.bmj.com/content/13/3/219.full) concluye que el humo de tabaco es una importante fuente de contaminación a través de partículas, contribuyendo a concentraciones de éstas en lugares cerrados hasta 10 veces superior a la generada por un motor diesel al ralentí.

El control del tabaquismo se puede lograr por 3 vías:

a) Previniendo el inicio del consumo entre los no fumadores

b) Promoviendo el abandono entre los fumadores

c) Protegiendo la salud y los derechos de los no fumadores impidiendo la exposición al humo ambiental del tabaco.

Existen una serie de obstáculos para controlar el consumo de tabaco: las propiedades adictivas de la nicotina, que hacen difícil que la gente deje de fumar; los esfuerzos de la industria del tabaco para mantener su mercado y oponerse al control del tabaquismo; el hecho de que las ventas de tabaco contribuyen a los ingresos públicos; y la falta de información adecuada sobre los riesgos de su consumo para la salud.

Para promover el abandono del consumo hay varias iniciativas que pueden ser: legislativas, sanitarias y económicas. La ley española antitabaco 42/2010, que acaba de cumplir cinco años de su entrada en vigor, ha ampliado la prohibición de fumar a la casi totalidad de locales públicos, reduciendo ligeramente el consumo. Las iniciativas sanitarias incluyen consejos de los profesionales sanitarios, proporcionando el apoyo psicológico y farmacológico que sea necesario en cada caso utilizando, entre otros, terapia convencional, parches para control de ansiedad, productos antitabaco, hipnosis, libros y textos en general.

Dado que el tabaco es fuertemente adictivo, probablemente la mejor opción para reducir su consumo a medio plazo consista en disminuir el acceso al mismo. Para lograr este objetivo, la subida sustancial del precio del tabaco es un sistema fácil de aplicar y más eficaz que difundir más información sobre sus riesgos. Se trataría de una subida de precios sustancial mediante impuestos. Sería una subida que duplique su precio o incluso mayor. Este incremento desincentivaría significativamente el inicio en el tabaquismo pues suele producirse en la juventud, edad en la que la renta personal suele ser baja, de forma que dicha subida supondría, como se ha comprobado en múltiples estudios, un descenso muy importante en el número de personas que se inician en el consumo. Tendría también efectos negativos como un pequeño aumento de la inflación, pero actualmente como ésta es muy baja o incluso negativa no sería nada preocupante. Por otro lado, aumentaría el contrabando al verse éste más incentivado por el aumento de la diferencia de precio entre el producto legal y el ilegal. Para solventar este último problema se podrían utilizar más medios en la lucha contra el contrabando provenientes del incremento de impuestos que ocasionará la medida a pesar de la reducción del consumo que genere.

Por tanto, una subida importante del impuesto sobre el tabaco tendría efectos positivos tanto en el medio ambiente como en la salud general de la población y generaría además un ligero aumento de la recaudación impositiva, es decir, supondría una mejora social clara, aunque lógicamente perjudicaría económicamente a parte de los aproximadamente 29% de españoles de 16 o más años que son fumadores y que siguiesen siéndolo.

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