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Sol y sombra

Un asunto elástico

El aire que respiramos es, por lo general, materia en suspensión como las mismísimas partículas contaminantes. Un asunto elástico propenso tantas veces a las sugestiones, la desinformación y la demagogia.

La misma consejera de Medio Ambiente del Principado que hace un año defendía la calidad atmosférica en Avilés, ha regresado para decir que la polución en el Puerto, la zona más castigada por la industria, no es del todo satisfactoria pero se ha reducido en un 14 por ciento gracias a las inversiones regionales. Naturalmente ese 14 por ciento resulta inexplicable en términos de salud para los avilesinos que mal respiran, pero es el dato con que los políticos tratan de frenar el alarmismo creciente de los grupos ecologistas alentados por los ejemplos de las grandes capitales, como es el caso de Madrid y su nueva percepción municipal.

Pero ¿por qué engañarse? Avilés es una ciudad con serios problemas de contaminación. Hasta hace poco, no sé si seguirá en poder de él, ostentaba el dudoso honor de ser una de las más contaminadas de España en relación a su tamaño. Nadie en su sano juicio lo pondría en duda. Para comprobarlo sólo hace falta dar un paseo y acercarse a los lugares más expuestos. En algunos de ellos, sin embargo, la medición, dependiendo de los días y las horas, habla de "índices tolerables". Esta adjetivación siempre me ha hecho una gracia enorme. ¿Dónde está la línea que separa lo tolerable de lo intolerable? ¿Dónde se sitúa el perjuicio para la salud en función de lo que respiramos? ¿Cuánta degradación del aire es capaz de soportar el ser humano, o creen las autoridades sanitarias que puede tolerar sin convertirse en un cenicero con patas? No se sabe: ignorarlo es la parte del problema que impide resolverlo.

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