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Economista y abogado

España en la encrucijada

La necesidad de estadistas que piensen en los desafíos y retos del país

En unos momentos en los que España se está jugando su futuro próximo, nunca hemos dependido tanto de la decisión de unos pocos. Han pasado ya cuarenta días desde las elecciones de diciembre, y la sensación que tenemos los españoles es que la ambición o el capricho de algunos está condicionando nuestra serenidad y nos está empujando hacia la más absoluta desesperación.

En unas circunstancias en las que nuestro país necesita más que nunca de una estabilidad institucional y de una seguridad jurídica, resulta inadmisible y deprimente el egoísmo, mezquindad y estrechez de miras de los políticos que tienen en sus manos nuestro destino. El paupérrimo nivel de colaboración entre ellos, la especial obsesión por el acceso al poder de unos o la ya insostenible obcecación de la permanencia en el mismo de otro está conduciendo a España a un callejón con difícil salida.

Es el momento de decir "hasta aquí hemos llegado, se terminó el jugar con la resistencia de los ciudadanos, nuestra tolerancia tiene un límite". España se enfrenta en estos momentos a trascendentales retos y desafíos que hay que despejar de manera inmediata. Entre ellos, yo destacaría los siguientes:

1- El primero es el económico. Es indudable que los españoles hicimos un esfuerzo importantísimo durante 2015 para ir saliendo de la crisis. Con un crecimiento del 3,2% del PIB y con 678.000 parados menos, se puede decir que hicimos los deberes. Es verdad que falta mucho, todavía hay 4.700.000 parados en nuestro país, pero estamos en el camino adecuado. Ahora bien, este cambio económico, que comenzó en el segundo semestre de 2013, no se debe de truncar. En un entorno mundial de extraordinaria inestabilidad económica (bajada del petróleo, de las materias primas, cambios en China, escaso crecimiento en Occidente, etc.), lo que necesita España, como decía al principio, es estabilidad institucional y seguridad jurídica. Pero también más libertad y menos Estado, más capacidad de adaptación y menos rigidez normativa, más unidad de mercado y menos regulación, más libre competencia y menos dificultades para la creación y desarrollo de las empresas, más bajadas de impuestos para todos y menos gasto corriente innecesario, más inversión productiva y menos instituciones inútiles. Después de una enorme crisis de más de seis años, hoy se habla mucho de desigualdades sociales. Lo que no se dice, por parte de quienes hacen estas denuncias, es que solo mediante el crecimiento económico se reducen las desigualdades, lo demás es repartir pobreza. Por lo tanto, el primer desafío es no tener un Gobierno débil o inadecuado, ya que si lo fuera haría que no saliéramos de la crisis y que, por el contrario, nos perpetuáramos en ella.

2- El segundo es el acceso a las instituciones del populismo. Las ideas de sus dirigentes suponen una amenaza a nuestro sistema de libertades. Personas que hasta hace unos meses proclamaban su admiración por caudillos suramericanos, especialistas en perpetuarse en el poder haciendo de sus países los más pobres del continente. Como decía Felipe González esta semana, son partidos leninistas modernos, expertos en sustituir la sonrisa por la violencia cuando llegan al gobierno de un país. Son grupos que, cuando mandan, son capaces de cuestionar el poder judicial o los medios de comunicación si en un momento determinado no ven que favorecen sus intereses. Ahí tenemos las últimas declaraciones de la Alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Por lo que el segundo desafío debiera de ser el de no gobernar con partidos que, en el fondo, representan un totalitarismo propio del siglo pasado.

3- El tercero es la ceguera del Partido Popular y del Partido Socialista. Que, para mayor desdicha, nutre a los partidos populistas. Estos dos partidos mayoritarios, unidos a los nacionalistas, montaron un sistema para regocijo de su oligarquía dominante. Enviciados en la corrupción y acaparando el poder de todas las instituciones, fueron incapaces de ver lo que los ciudadanos les reclaman. Por lo tanto, de desafío en este apartado debiera ser que los partidos mayoritarios cambiasen radicalmente de equipo, empezando por sus líderes. Se necesitan caras nuevas, líderes limpios y veraces que estén decididos a actuar por el bien de España.

4- El cuarto -aun no siendo nuevo, aparece ahora con más virulencia que nunca dadas las debilidades del Estado- es la petición de independencia hoy de Cataluña y mañana del País Vasco. Un problema que está enquistado desde hace muchos años y que ha detraído mucho tiempo, energía y dinero a toda España. Un problema que, desde hace 35 años, ha hecho que todas las instituciones del Estado miraran para otro lado, mientras las familias representativas del nacionalismo se corrompían y se enriquecían a costa de todos los españoles. Por consiguiente, ante este desafío, debemos ser fuertes y, amparándonos en la Constitución, parar ese apetito nacionalista que nos llevaría a ser más débiles como nación.

Los resultados de las pasadas elecciones no pueden sorprender a nadie. El Partido Popular y el Partido Socialista abusaron de su posición dominante durante años. Y sus malas acciones, pero también sus inacciones, no quedaron impunes en las urnas, de ahí su falta de éxito el pasado 20 de diciembre. En otros países de nuestro entorno, los responsables se hubieran ido; aquí se aferran al cargo como si les fuera la vida en ello.

Mientras Rajoy, esclavo de su inmovilismo y de su ensimismamiento, no quiere renunciar a la posibilidad de gobernar, el inseguro Pedro Sánchez, con una carencia de profundidad y de ideas notable, anda frenético por tocar poder a toda costa. Y aquí se encuentra en estos momentos España, en una emboscada en la que nos han metido unos políticos con poco sentido de Estado.

Hoy, España necesita de estadistas. Necesita personas que piensen en los desafíos y retos que hemos descrito. Que se sienten a negociar y no se levanten hasta llegar a un acuerdo. Personas que, como hicieron los constituyentes del 78, sean capaces de dejar sus egoísmos personales y los de su partido para pensar en qué es lo mejor para España en estos momentos. Y que, en mi opinión, queridos lectores, es salir de la encrucijada actual, buscando el camino de la estabilidad institucional y económica, la seguridad jurídica y la unidad de España.

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