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Alberto Menéndez

La forzosa renovación del PP

La corrupción, Esperanza Aguirre y los populares asturianos

El Partido Popular camina hacia la renovación. Pero no porque así lo hayan decidido sus dirigentes, porque consideren que es lo más oportuno. No, los populares avanzan hacia una hipotética regeneración -que se acabe produciendo ya se verá- obligados por las circunstancias. O, para ser más exactos, forzados por la corrupción, por los escándalos que se extienden por gran parte de la geografía española. Hasta ahora, gracias al poder nacional, autonómico o municipal que ostentaban habían logrado parapetarse en muchas instituciones y frenar así algunas de las graves consecuencias de tantos años de irregularidades e ilegalidades. La situación en el Ayuntamiento de Valencia, con decenas de concejales o exconcejales del PP imputados, es un claro ejemplo de que no es lo mismo estar en el Gobierno que en la oposición a la hora de rendir cuentas por los errores cometidos.

¿Quién le iba a decir a Esperanza Aguirre hace sólo nueve meses que iba a encontrarse en la complicada posición en la que se encuentra? ¿Hubiera presentado su dimisión como presidenta del PP de Madrid en caso de ser alcaldesa en estos momentos? La carrera política de Esperanza Aguirre empezó a declinar el mismo día en que Manuela Carmena se convirtió en la máxima autoridad municipal de Madrid. Fundamentalmente, porque todo el entramado de influencias, de colocaciones, de altos cargos, desapareció. Y, sin embargo, lo casos Gürtel o Púnica siguieron estando presentes, de incesante actualidad.

En Asturias, a diferencia de lo que está sucediendo en otras regiones españolas, la renovación del PP ya está en marcha desde hace tiempo. Aquí, no fue la corrupción la que la impulsó, fue el cisma protagonizado por Francisco Álvarez-Cascos en 2011. De todos los dirigentes populares que vivieron aquella ruptura no queda al frente del partido prácticamente ninguno. Incluso el sustituto de Gabino de Lorenzo (referente del funcionamiento del PP asturiano durante décadas) al frente del Ayuntamiento de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, ha visto declinar su popularidad tras, como le sucedió a Aguirre, perder la Alcaldía.

¡Cómo cambian los tiempos! Francisco Álvarez-Cascos y Esperanza Aguirre, que siempre mantuvieron una estrecha relación política (incluso cuando el primero ya no estaba en el PP si no en Foro) han pasado al ostracismo (con algún coletazo de protagonismo, como el de Aguirre de los últimos días) casi al mismo tiempo.

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