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Xuan Xosé Sánchez Vicente

La sonrisa del gatu

Lo que se trasluce de la cara y de los gestos de Pedro Sánchez y también de sus palabras, de lo que aparentemente dice pero no dice

No sé si ustedes captan ya con facilidad los estados de ánimo de don Pedro Sánchez escrutando su cara y gestos. Es fácil porque es bastante trasparente. Incluso cuando pone cara de póquer se ve claramente que se esfuerza por no reaccionar o por disimular que no quiere contestar.

Los invito a una sencilla prueba. Revisen las imágenes del último encuentro entre don Mariano y don Pedro, pero no se queden en la famosa fotografía en la que don Pedro tiende la mano y don Mariano abrocha los botones de la chaqueta. Vayan a un segundo posterior. Ahí verán la mueca de don Pablo: entre sorpresa, enfado, incomprensión, humillación. Mírenla: parece el dibujo de una caricatura.

Y si vamos a una hora más tarde, durante la rueda de prensa posterior al encuentro, encontrarán una expresión desveladora de lo que maquina don Pedro y de lo satisfecho de sí mismo que se siente por engañarnos a todos pareciendo que dice lo que no dice. Es cuando le preguntan por el referéndum catalán y el derecho de autodeterminación. "Repito lo que siempre he dicho -afirma, más o menos, en su respuesta-: van a participar en ese referéndum todos los españoles: los españoles aquí y los catalanes allí". Y es ahí cuando pone exactamente la sonrisa que pon el gatu tres segundos antes de devorar al ratu. Porque su frase no quiere decir lo que aparentemente quiere decir (o no dice lo que todo el mundo espera que diga): que habrá un referéndum en Cataluña y el otro en el resto del Estado sobre la independencia de Cataluña. No, lo que él trama es una reforma constitucional donde, además de incluir propuestas "sociales" como la renta mínima, el derecho a la vivienda, a la luz y el agua, las garantías sobre pensiones, sanidad y enseñanza, incluya también la del derecho de autodeterminación (o una reforma "federal" en ese sentido) para quienes quieran ejercerlo. Y piensa él que, en el conjunto de la reforma constitucional, será fácil que se apruebe todo, y que, de ese modo, obtendrá el visto bueno general a través del referéndum de reforma de la Constitución. Tengo pocas dudas, vista su sonrisa de satisfacción por su astucia y su capacidad de engaño, de que es exactamente eso lo que maquina. Y habrá muchas posibilidades de que haya puesto exactamente la misma sonrisa -el mismo esbozo de sonrisa, la misma posición de la cabeza e idéntica forma de soslayar la mirada de quien está enfrente- al sorprender al comité federal anunciando que iba a someter a referéndum entre los militantes los hipotéticos acuerdos para la investidura.

¿Qué va a haber muchas dificultades, ya no para ganar el referéndum, sino hasta para que pase el inicial trámite de las Cortes? De acuerdo, pero él habrá ganado la ocasión de presentarse como quien intentó solucionar los conflictos territoriales, y como quien quiso "ampliar" los derechos sociales de todos los españoles. Y, al mismo tiempo, podrá señalar con el dedo a los que se opusieron a ello, impidiendo así -dirá- una solución acordada para los conflictos territoriales y un avance sustancial en la modernización de España y en la garantía de los derechos sociales para todos.

Lo que tenga ello que ver con la realidad, con la posibilidad de llevarlo a cabo o con la sensatez de la propuesta es otra cosa. Pero de todo eso hablaremos otro día. Hoy nos basta con señalar cómo va a ser la pancarta y con mostrar lo que traslucen los gestos de don Pedro.

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