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Cien líneas

Bocado

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena -la abuela de Caperucita, o sea, el lobo-, avisa, alerta, amenaza, sueña o lo que sea con el "minuto yugoslavo". Se refiere a aquella selección mágica del país balcánico, ya en el limbo, que era capaz de dar la vuelta a un partido de baloncesto sobre la bocina. Una cita orientada, claro, a estos días terminales de abril. Barrunta y/o acaricia un golpe de efecto: cuando ya nadie contaba con sorpresas se constituye en el último minuto una mayoría de izquierdas y, zas, al Gobierno.

Todo es posible. Y más si se tiene en cuenta que el bocado es tremendo. Carmena y los suyos fantasean con seis ministerios, 12 secretarías de Estado, 24 subsecretarías, 48 direcciones generales y 10.000 familiares y conmilitones colocadas de golpe y dedo en la administración central y claro se les cae la baba. Menudo negocio, como para dejarlo pasar por cuatro egos y media docena de caprichos.

Vayamos a la otra orilla. De Guindos anuncia un déficit de 3,6 por ciento para este año, vienen recortes de caballo así que en el PP no están para tirar cohetes ante la posibilidad de formar Gobierno. Un PP que, en todo caso, prescindirá de lo que no sea sorayista. ¿A quién interesa, entonces, salvo a una minoría del bando popular?

Un Gobierno corto del PP o una revolución pacífica de la izquierda incluido el PSOE, claro, porque Sánchez no está en condiciones de poner ni un solo pero a Podemos y menos a Podemos más IU.

A mi la cita de Yugoslavia me pone los pelos de punta por Carmena y por otras razones.

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